Si algo se ha ganado el Málaga CF sobre el césped con mucho sudor y cierta sangre es el derecho a no tener que mirar la clasificación para jugar sus últimos partidos de Liga. Quizás sí para soñar con Europa, puede que para esclarecer su posición final en la tabla, pero difícilmente para mirar hacia abajo, donde le separan ya 13 puntos con el descenso con pocas jornadas por disputarse. Es por eso que un punto sabe a poco y debe el equipo de Javi Gracia jugar para divertirse, para ilusionar a su parroquia y para disfrutar de un final plácido de temporada. Pero nada, no hay manera a tenor de los últimos partidos y anoche en Los Cármenes, contra un rival insulso, inerte y sin excesiva calidad como lo fue el Granada, el conjunto blanquiazul se mostró encorsetado, timorato e incluso demasiado prudente. La mezcla de unos y otros deparó un empate feo, sin goles y del que poco se recordará en ambos bandos.

Hay que ponerse en situación y un punto a estas alturas de competición siempre suele dejar el regusto amargo en el paladar de haber perdido dos por el camino. Porque llegados a este tramo de la Liga casi todo el mundo se juega algo. El Málaga mira ya hacia Europa con catalejo, en la lejanía y con difícil abordaje. El empate mantiene la distancia de siete puntos con el séptimo y confirma lo que ya sabíamos hace semanas, que el Málaga jugará el próximo año en Primera sí o sí. Pero lo cierto es que el paso de las jornadas está rebajando la euforia europea. Y no porque estos jugadores no quieran o no les interese luchar por entrar en Europa, más bien parece que la gasolina ya no está para muchas florituras tras un esfuerzo titánico desde hace precisamente una vuelta. Además, la diferencia entre unos y otros también pende de pequeños detalles, de aciertos y fallos momentáneos que declinan la balanza. Y anoche el Málaga no demostró ser mucho mejor que el rival, que se jugará la permanencia en las próximas semanas.

Todo ese cóctel se hizo notar ayer a los pies de la Alhambra. Hubo máxima igualdad en el verde y poca diversión. Al Granada, que le iba la vida, las piernas no le funcionaban para dar mucho más de lo que ofreció. Y al Málaga, que lo tiene casi todo hecho, no le salió un partido cómodo ni para bien ni para mal. Porque a este equipo le cuesta la vida hacer gol y crear peligro, pero también es difícil jugarle y marcarle. Suma cinco jornadas los hombres de Gracia sin perder, demostrando ser un equipo relativamente fiable e incómodo para los rivales, y sin embargo deja un poso de insatisfacción en el ambiente. Es bueno ser exigente, pero también saber de dónde venimos y a dónde vamos.

Y hoy por hoy, el equipo blanquiazul deberá esperar para conocer su camino. Quizás a que finalice esta jornada. O puede que sea un punto global. Pero las impresiones dejaron un magnetismo negativo en ciertos actores. Porque Rosales posiblemente cuajó su peor partido de blanquiazul. Juanpi no terminó de arrancar pese a que lo intentó. Y la pareja de ataque de anoche fue más inofensiva que una espada de madera.

Y eso que el Málaga salió de inicio con sangre en los ojos, como queriendo demostrar algo. Sendos cabezazos de Camacho y de Cop pusieron a prueba a Andrés y el corazón granadino en apenas tres minutos de juego. Recordó por momentos al partido del Benito Villamarín ante el Betis, donde el equipo fue de más a menos para finalmente marcar el gol de la victoria. Pero en esta ocasión el gol de Camacho se fue al limbo y nunca llegó.

El paso de los minutos asentó al Granada, que tiene velocidad, tiene físico, pero también le falta la calidad necesaria para salir del atolladero en el que está. Lo tendrán complicado los vecinos nazaríes, que ayer tuvieron en las botas de Success el triunfo, pero que se perdió por el sumidero.

El delantero nigeriano, en las acciones más reseñables del partido, tuvo un par de manos a manos con Ochoa del que cualquier delantero se relamería para aprovecharlos. Y ninguno acabó en el fondo de las redes. El primero, en la primera mitad, lo envió directamente fuera. El segundo, el Memo Ochoa le adivinó las intenciones y le sacó el remate con maestría para erigirse como la figura del partido. Suerte que esas ocasiones no acabaron en los pies de El Arabi o de Barral, auténticas bestias negras del conjunto blanquiazul...

El Málaga, salvo por las ocasiones del arranque, adoleció de pegada. No había alegría, frescura y tampoco osadía. Algunos puntos claves de un equipo que vive sin el yugo del descenso. Sólo Chory, Recio y el mencionado Memo estuvieron por encima de la media. Lástima porque pese a todo, el Málaga CF hizo ayer historia al conseguir su primer empate en Granada. El Athletic, el próximo domingo, será el termómetro definitivo para saber si Europa ya es un sueño roto de una noche de primavera o si es el objetivo por el que embarcarse en una odisea final.