El Málaga CF dilapidó ayer cualquier opción para pelear por puestos europeos -por remota que fuera- tras perder por 0-1 ante un Athletic que supo aprovechar su oportunidad en La Rosaleda. Los de Gracia no merecieron caer derrotados, pero se mostraron muy indulgentes en ataque y desaprovecharon una gran cantidad de ocasiones de gol para haber ganado el partido con una diferencia más que amplia.

Lo dijo bien claro el entrenador navarro tras el partido en rueda de prensa: «Si queríamos a aspirar a algo más tenemos que mejorar nuestros registros goleadores». Y es que es imposible pelear por subir un escalón superior desperdiciando hasta 12 ocasiones claras de gol.

Es cierto que Iraizoz fue ayer el jugador más inspirado de un Athletic que, medio tieso y con numerosas bajas, tiró de oficio y experiencia para sumar tres puntos y afianzarse en la quinta plaza. Además, deja fuera de combate al Málaga en la lucha por Europa, con 13 puntos de ventaja y 15 por jugar.

Ahora deberá buscar el Málaga nuevas motivaciones para afrontar los cinco duelos que aún tiene por delante. Ayer desaprovechó la última bala que tenía en la recámara para meter presión a los que le preceden, y para más inri, ante un rival directo. Se avecinan cinco jornadas más que largas con el Málaga sin tener que jugarse más que la honrilla, en tierra de nadie con la permanencia en el bolsillo y ya a años luz de poder repetir el sueño europeo.

Y eso que el Athletic llegó a Málaga muy tocado física y psicológicamente tras su eliminación de la Europa League a manos del Sevilla en una cruel tanda de penaltis. Los «leones» se presentaban en La Rosaleda con piel de gatitos, sin sus máximos referentes en ataque -Aduriz e Iñaki Williams-, pero con la férrea ambición de un equipo orgulloso y capaz de sobreponerse a cualquier palo sufrido.

Por ello comenzó el partido agazapado y a merced del Málaga, que llevó la voz cantante la mayor parte del duelo. Los blanquiazules, ayer con calzón azul por el 75 aniversario de La Rosaleda, dominaron desde el principio y muy pronto comenzaron a asomarse al área de un gran Gorka Iraizoz.

Primero Juanpi, con un derechazo -su pierna mala- y luego el Chory Castro, con disparo seco, hicieron que el guardameta vasco se luciera, preludio de lo que iba a suceder durante el resto del encuentro.

En el minuto 25, el guardameta del Athletic ya acumulaba hasta cinco paradas de gran mérito que comenzaron a minar la moral de los atacantes del Málaga. Además, las malas artes de Raúl García entraron en el partido como un elefante en una cacharrería y desquició al personal. Lo del centrocampista navarro del Athletic es digno de estudio. No hay un jugador en toda la liga española con el que el estamento arbitral sea más permisivo. No dudo de que él tenga una habilidad especial para hacer el «mal» (siempre en términos futbolísticos), pero desde su pasado colchonero goza de cierta amnistía para pegar más, hablar más o tirarse más que cualquier otro. Y claro, ayer en el bando blanquiazul tenía a futbolistas que no necesitan más que una pequeña chispita para arder en llamas. Recio, Charles, Weligton o Miguel Torres sufrieron el «efecto Raúl García» en sus carnes y la consiguiente permisividad arbitral.

Hasta tal punto fue malo el arbitraje de Sánchez Martínez y sus asistentes que el propio Gracia se quejó de que el murciano «le obligó» a sustituir a Recio para que el paleño no fuera expulsado.

Pero el Málaga no perdió ayer por el calamitoso arbitraje. Perdió porque no fue capaz de marcar y además fallar en lo que nunca suele fallar, su defensa. En el minuto 53, un córner sacado por Iturraspe al primer palo sorprendió a la zaga malaguista y el archi enemigo Raúl García, igual de listo para el otro fútbol como para conseguir goles tras fallos del rival, cabeceó sin saltar y desde dentro del área pequeña a gol. Una acción que señala primero a Albentosa, que se olvidó de defender a un especialista como el navarro, y después al mexicano Ochoa, que no puede permitir que un rival remate tan cerca de su zona de influencia.

El gol sacó a relucir todo el oficio de los de Valverde y toda la ansiedad malaguista, una combinación que si se le incluye el cansancio acumulado da con un cocktail explosivo. Gracia, a la desesperada, introdujo a Atsu por Weligton y después a Santa Cruz por Cop con la intención de darle al equipo otra vía por la que atacar, pero el ghanés y el paraguayo no ofrecieron lo esperado y el Málaga se acabó estrellando una y otra vez contra el muro vasco.