Ahora las balas ya no son de fogueo, algunas hieren y otras aglutinan cadáveres por el camino. El Málaga debería haber abandonado hace semanas la fase experimental, donde los fallos quedan minimizados y los aciertos, exaltados. Sin embargo, la realidad ya golpea para bien o para mal y la derrota de ayer en La Rosaleda ante el Villarreal se puede considerar el primer aviso serio. El primer toque de atención que advierte de que el camino que lleva este equipo no es el correcto, que las sensaciones están muy lejanas de las esperadas y que la puesta en escena es desalentadora. Afortunadamente no hay que encender las alarmas aún porque es la jornada 3, lo que implica un amplio margen de maniobra, pero es cierto que la ilusión que llevaba en volandas a este equipo a primeros de agosto se ha tornado ahora en cierta preocupación, ya que en tres jornadas el Málaga no conoce la victoria y, lo peor de todo, ofrece unas facilidades defensivas impropias de un equipo de Primera.

Es evidente que este Málaga está muy lejos de lo que se espera que sea su mejor versión. No sabría si tomar la pretemporada como una referencia a tenor de la falta de rivales serios enfrente, pero sólo con ver los mimbres con los que cuenta Juande Ramos se espera a otro Málaga, uno que tenga poco que ver con lo de ayer. Se aguarda un equipo más trabajado, que no sea tan largo o estirado como el de ayer, que no se venga abajo ante la primera adversidad, que tenga más fortaleza defensiva -o alguna-, que realice transiciones rápidas en sus ataques con sus balas en las bandas o que también aporte músculo y ciertas dosis de genialidad en algunos de sus jugadores. La maquina no carbura y por eso hoy el casillero tras tres jornadas es de sólo dos puntos.

Es cierto que hay que sumar alguno o mucho mérito al rival. Llegaba ayer un Villarreal que se esperaba que estuviera despistado por todos los problemas que le han rodeado las últimas semanas entre lesiones y temas extradeportivos. Pero se presentó como un equipo serio, construyendo su juego de atrás hacia adelante, reforzando su zaga y dejando a sus atacantes cierta improvisación con un gran Samu Castillejo. Quizás ese tenga que ser el camino que deba seguir el Málaga, que por ahora ha empezado la casa por el tejado.

La zaga es un flan y va a error grave por partido. E incluso suma más de tres fallos en esta primera jornada. No es un problema de nombres, porque todos los que han jugado hasta la fecha la han pifiado. Y la cuestión es que en verano estos síntomas ya se hacían notar.

Y eso que ayer, tres de los cuatro zagueros en liza ya suman varias temporadas jugando juntos, por lo que no son unos desconocidos. De hecho, hasta ocho de los once titulares que dispuso Juande ya estaban la temporada pasada, algo curioso pese a los ocho fichajes realizados este verano. Sin embargo, el Málaga está muy lejos de mostrar la solidez defensiva de hace sólo unos meses. E incluso de tener los mismos automatismo. Claro que también es una temeridad comparar con tan poco margen de maniobra al Málaga de Juande con el de Javi Gracia, sobre todo teniendo en cuenta los horrorosos dígitos del navarro en el inicio del curso pasado.

Aún así, Juande también parece caminar aún por los calurosos días de pretemporada. El manchego hizo varias rotaciones. Ciertas dudas generó que Juanpi, en la cresta de la ola tras su golazo a Argentina, tuviera que espera en el banco. Y aunque salió de inicio con Charles y Sandro, el planteamiento volvió a ser el de contar con un solo delantero, con el canario más volcado a la derecha. Una idea con la que murió hasta el final, pese a que el Málaga iba perdiendo durante 45 minutos por 0-2 en casa y teniendo otro delantero en el banquillo. Incluso dio entrada al Chory Castro por dentro, como compañero de Camacho, cuando el uruguayo ha desarrollado casi toda su carrera de extremo puro.

La cuestión es que el Málaga mostró síntomas preocupantes pese a que comenzó con buen pie. Pero con el paso de los minutos se fue diluyendo como un azucarillo. Arrancó el conjunto blanquiazul con brío, con mucha movilidad y con clara vocación ofensiva. Transiciones rápidas, Jony enchufado y Charles a rematar todo lo que caiga. Fue Recio sin embargo el que falló un mano a mano a los pocos minutos que habría cambio el sino del encuentro.

Pero las fuerzas se igualaron y una buena jugada de Santos Borré dentro del área dejó a Jaume Costa solo para fusilar a Kameni (34´). A partir de ahí, el Málaga se descompuso. Minutos después, entre los errores arbitrales y la confianza de Weligton cayó un penalti en contra del Málaga. Pero Kameni hizo de las suyas al acertar el disparo de Bruno.

Parecía que el penalti daba una segunda vida al Málaga, cierto crédito para la reacción, pero Sansone aprovechó otro fallo de la defensa antes del descanso a un rechazo de Kameni.

La segunda mitad fue un quiero y no puedo. Juande metió de inicio a Juanpi y Keko y el Málaga mostró otra cara, con cierta mordiente. Pero el ímpetu se convirtió en desorden y cada uno hizo la guerra por su cuenta. Al Villarreal le valió con cierto orden atrás para no pasar apuros. Una derrota clara. Un aviso.