Tremendo y duro correctivo que ayer se llevó el Málaga de Juande Ramos en la cancha del máximo rival. Un Sevilla que aniquiló a un Málaga de cristal con cuatro goles en poco más de 10 minutos. Vietto (2), Ben Yedder y Vitolo vacunaron al conjunto blanquiazul en una primera parte horrorosa y donde mostraron y multiplicaron todas sus miserias defensivas.

Y eso que el Málaga salió ayer al Pizjuán con el autobús. Solo faltó que el técnico blanquiazul aparcara la mítica «Flecha Azul» que se exhibe en La Rosaleda ante el temor que infunde un Sevilla desatado. Sólo dos futbolistas de ataque, Sandro y Juanpi, y nueve jugadores agazapados y replegados para evitar el fútbol total que plantea Jorge Sampaoli.

El plan le duró a Juande 25 minutos, hasta que Vietto se aprovechó del enésimo desajuste defensivo del Málaga en lo que va de Liga y con Llorente como principal señalado. Una constante con el defensa cedido por el Madrid que ya se hace grosera y preocupante. El plan ultradefensivo de Juande no salió. Pero no salió porque éstas no deben ser las armas de este equipo, que ya ha demostrado por activa o por pasiva que no sabe defender.

Que el Málaga concede y es una feria ambulante atrás -con sus enanos, su mujer barbuda y sus trapecistas sin red- lo saben de aquí a Pekín, pero ayer el despropósito fue dantesco y permitió el pitorreo de la parroquia sevillista, algo que duele, más si cabe, a la marea blanquiazul... por mucho que Juande quiera restar romanticismo e importancia a un partido que en la ciudad del equipo que él entrena no es considerado como «uno más».

Y es que el meneo fue serio, muy serio. La estocada sevillista, de cuatro trayectorias, deja fastidiado al equipo tras una goleada que escuece y que saca a relucir lo mal trabajado que está defensivamente. Porque ayer los goles del Sevilla no sólo llegan por fallos concretos con nombres y apellidos, el equipo bascula mal y por mucho que Juande acumule efectivos en campo propio, lo único que consigue es que los errores se vean más.

El Sevilla es un equipazo, cierto. Vive un momento dulce, se cree a lo que juega, tiene una idea y muere con ella. Algo de lo que este Málaga no puede presumir. La «idea» de Juande ayer era clara: permanecer replegado y aprovechar la velocidad de Sandro y Juankar ante los huecos, que son muchos, que deja este estilo «Bielsista» tan atrevido que imprime Sampaoli. Pero el propio Málaga se encargó ayer, con su grosera fragilidad atrás, de encumbrar aún más al Sevilla, que ayer se acostó segundo y mofándose de su segundo máximo enemigo tras el Betis.

Los 10 minutos del horror más extremo del Málaga empezaron con el tanto de Vietto, que a los dos minutos volvió a hacer trizas el pésimo engranaje defensivo blanquiazul. Un fallo al que además hubo que sumarle la cantada de Boyko, que en tres partidos no ha demostrado virtudes ni aptitudes que justifiquen el banquillazo a Carlos Kameni.

El festival de errores continuó, ahora por la izquierda con Ricca que se comió una internada de Mercado para que el argentino sirviera en bandeja el gol a Ben Yedder. Pero la pesadilla no acabó ahí y Vitolo culminó el despropósito malaguista al acabar una gran jugada colectiva del Sevilla frente a un Málaga en estado de shock, noqueado y pidiendo a gritos que acabara esa ejecución pública.

El partido quedó finiquitado, el Málaga deambulaba por el Pizjuán como un zombie de Walking Dead y contando los minutos para coger la A-92 rumbo a la Costa del Sol. Tras el descanso, Juande movió fichas y dio entrada a Ontiveros y Recio, que fueron de las pocas buenas noticias ayer. El primero porque fue de los pocos que demostró vergüenza torera y no paró de buscar el gol y poner en aprietos a Sergio Rico; y el segundo, porque reapareció tras tres meses lesionado, que se dice pronto.

Sampaoli también movió el banquillo y su equipo bajó el pistón pensando en futuras batallas. Pero el partido se embroncó y tras una falta en la frontal Clos Gómez expulsó a un protestón Rami. Sandro, cómo no, se sacó de la chistera otra falta magistral para colocar el tanto del honor malaguista en el derbi.

El partido, sin más historias, fue muriendo con la parroquia local acordándose de Juande Ramos y su polémica salida de Nervión años atrás.

En todo caso, el Málaga echa el telón a la Liga en 2016 con malas sensaciones, muy malas, pero también con la tranquilidad que dan los 21 puntos que maneja en la clasificación. Los números, en cuanto a puntos, son mejores que las sensaciones; y bien haría el técnico manchego en hacer autocrítica y buscar un modelo de juego, porque la flor, que le ha cuidado durante buena parte del primer tramo de la Liga, se le puede estar marchitando.