Que el Real Madrid finalizara el duelo pidiendo la hora, nervioso y con el runrún de su afición, dice mucho y bien del partido que ayer dispuso el Málaga de Marcelo «Gato» Romero ante el líder. Un duelo que acabó perdiendo por 2-1, pero en el que murió con las botas puestas, mejorando radicalmente la imagen mostrada en Vigo y en La Rosaleda ante la Real, y con gran polémica por el segundo gol blanco, en claro fuera de juego.

En todo caso, la derrota de ayer en Chamartín es de esas que dejan buen poso y de las que permite sacar una lectura positiva. El Gato, que no ha tenido un arranque alentador en los tres partidos que lleva al frente del equipo (3 de 3 en derrotas), casualmente salió ayer reforzado de la cancha del líder, demostrando que hay un trabajo táctico y motivacional en estas últimas semanas en el que empiezan a germinar ciertos brotes verdes. Eso sí, la buena imagen de ayer de poco le servirá si el viernes que viene el Málaga no gana en El Sadar ante el Osasuna. Los resultados, al fin y al cabo, mandan.

Porque la situación del Málaga, sin ser aún agónica, sí preocupa. Lleva seis partidos sin ganar, con cuatro derrotas consecutivas que le dejan con 21 puntos al término de la primera vuelta. Solo la deficiente puesta en escena de los Osasuna, Granada o Sporting permiten a los blanquiazules mantener, de momento, el colchoncito de nueve puntos con el descenso.

Pero si volvemos al partido, lo cierto es que el 90 por ciento de las veces que un equipo de la zona media-baja de la tabla va al Bernabéu es sinónimo de ir al matadero. Y más si no defiendes bien los centros laterales a balón parado. Mira que lo avisó el Gato Romero en la previa: «Hay que tener mucho cuidado con sus centros laterales». Pues nada, una vez más, el Málaga se despistó en un córner y dejó libre de marca al mejor cabeceador rival. El centro de Kroos y el remate del susodicho, Sergio Ramos, hicieron el resto para que el Madrid se adelantara en el marcador en un partido en el que el Málaga, cuanto menos, no merecía ir perdiendo.

Poco después, en una falta lateral, fue el árbitro y su asistente los que habilitaron a Sergio Ramos, en claro fuera de juego, para que el sevillano marcara a placer su segundo de la tarde y prácticamente dictara sentencia a un partido en el que el Málaga se negó a claudicar.

Un nuevo error arbitral que empaña el buen trabajo táctico del Gato Romero, cuya estrategia de tirar el fuera de juego en cada falta lateral funcionó hasta el calamitoso error de Gil Manzano.

Y es que, antes de los goles del camero, el Málaga, pese a conceder alguna que otra ocasión, jugó bien sus cartas Y salió con criterio desmontando el entramado defensivo blanco con suma facilidad. El Chory, muy activo en la primera media hora, tuvo dos remates muy claros para adelantarse, pero primero el palo y luego Keylor impidieron la machada.

Peñaranda, en cambio, que lo intentó y se fajó, aún está muy lejos de su mejor versión. El flamante fichaje invernal de Arnau, que fue titular por primera vez por la baja del Pichichi Sandro, gozó de muchos espacios para explotar su potencia, esa que tanto maravilló el pasado curso en el Granada y que debe recuperar si quiere estar en el Málaga la próxima temporada.

Despierta el Málaga

Con el 2-0 el partido parecía estar visto para sentencia en el descanso. El guión se suponía claro: el Madrid aguantaba el resultado con la mente puesta en el encuentro de vuelta en Vigo de la Copa y el Málaga comenzaría a pensar en el duelo del viernes ante Osasuna... Pero no fue así.

El Málaga salió al césped con la convincente actitud de creerse aún vivo en el partido. Volvió a dominar buena parte de la posesión, con un Recio pletórico que tomó la manija y sorprendió para bien en la medular. Esa fe dio sus frutos y tras varios avisos, Juanpi se aprovechó de un rechazo dentro del área para batir con clase a Keylor.

El Málaga se metía de lleno en el duelo, el Madrid entraba en shock, la grada pitaba y el Chory, en una nueva internada, obligó a lucirse al portero costarricense. Entró Demichelis por Juankar, una vez más tocado, y el argentino cuajó más de 20 minutos esperanzadores junto a un Luis Muñoz que apunta a gran central.

Pero al Málaga se le acabó la gasolina y aunque se fue en busca del empate con Jony y Michael Santos ya sobre el campo, mostró más corazón que piernas. El Real Madrid pudo sentenciar en alguna contra y en medio del nerviosismo local, ante un resultado tan ajustado, el duelo acabó muriendo. Se acabó el glamour del Bernabéu y desde ya toca pensar en la encerrona que preparará el Osasuna en El Sadar.