La apuesta del jeque por el Gato Romero como primer entrenador no ha salido bien. Un bagaje de un triunfo, dos empates y siete derrotas para 5 puntos de 30 posibles han propiciado el fin de la aventura del uruguayo como primer espada del banquillo blanquiazul. 70 días en los que el Gato ha tratado, sin suerte, de reconducir una nave ya a la deriva tras la marcha de Juande Ramos y que cogió con siete puntos de colchón con el descenso y la deja a la misma distancia.

En todo caso, Romero se marcha como primer entrenador pero su figura seguirá vinculada al Málaga. El uruguayo, pese a su truncado paso por el banquillo del primer equipo, ha sido, es y será un emblema del malaguismo y su salida ha sido consensuada con la entidad de Martiricos.

Así, el Gato quiso despedirse de la afición mediante un comunicado conjunto enviado ayer por el Málaga. «Quiero agradecer la oportunidad que he tenido de dirigir al equipo de mi casa, al presidente Sheikh Al-Thani y a su familia, y el apoyo del director deportivo Francesc Arnau. También un agradecimiento especial para todos los miembros del staff técnico, servicio médico, jugadores, empleados y para la afición. Soy malaguista y aunque nací en Uruguay también me considero malagueño. Le deseo lo mejor al equipo para el futuro y ahora seguiré apoyando al Málaga CF como un malaguista más. ¡Vamos Málaga!».

Y es que el Gato no lo ha tenido fácil. No dejó escapar la oportunidad de entrenar al Málaga CF, el equipo de su vida, tras la espantá de Juande, aunque era consciente de las dificultades. Llegó sin ser la apuesta del director deportivo, pero sí respaldado por el jeque, que ha confiado en él hasta que los malos resultados y la deficiente dinámica habían hecho insostenible su continuidad.

Su excelente relación con los jugadores también supuso un aliciente más para que el jeque terminara de apostar por él, el malaguismo, al ser una figura de la casa y muy querida, tuvo la paciencia que no hubiera tenido con un «forastero», pero los números han imposibilitado su continuidad.

Empezó mal, con una dura derrota en Vigo ante el Celta (3-1) y otra en casa ante la Real Sociedad (0-2); mejoró en el Bernabéu ante el Real Madrid, donde pudo sacar un empate de no se por la actuación arbitral (2-1) y estrenó su casillero de puntos en El Sadar ante Osasuna con un empate que supo a poco (1-1). Volvió a perder en casa frente al Espanyol, donde mereció mejor suerte (0-1) y después completó sus dos mejores partidos al frente del equipo; primero en la visita al Villarreal, donde sacó un empate pero debió llevarse los tres puntos de no ser por el árbitro, y después en casa ante Las Palmas, donde consiguió la única victoria que adorna sus 70 días como técnico. Tras ese triunfo, tres derrotas consecutivas en las que el Málaga involucionó, mostrando de nuevo su peor cara frente a Eibar, Betis y Athletic que han colmado la paciencia del jeque y han despertado del sueño de entrenar a su Málaga.