El estreno de Míchel González ayer como entrenador del Málaga fue el fiel reflejo del equipo blanquiazul en lo que va de temporada. Un quiero y no puedo constante en el que el madrileño vivió una mezcla de sensaciones constantes hasta la mayor de las crueldades con el gol de Edgar Méndez en el descuento para consumar su primera derrota al frente del barco blanquiazul.

El de ayer, tal y como afirmó Míchel en la previa, no iba a ser un partido más para él. Un debut es siempre un debut y más si la soga aprieta como sucede con el Málaga. En todo caso, se nota que la gente está con él si atendemos a la cerrada ovación que recibió cuando se anunció su nombre por megafonía minutos antes de comenzar el duelo.

Elegante, educado y con una planta señorial, el madrileño saludó a su colega Pellegrino, se hizo las fotos de rigor en el área técnica y nunca se sentó en su asiento del banquillo. Míchel sabía que él era el centro de atención y maneja esa situación mejor que nadie. Dirigió a los suyos con gritos, chiflidos y gestos; sin ninguna salida de tono y sin aspavientos. Siempre elegante y en su sitio.

Dejó su sello en su primer once, cambiando el dibujo a un 4-4-2 y con Miguel Torres en la alineación como su prolongación en el campo. Se desgañitó hasta tal punto que en la rueda de prensa posterior al duelo un hilillo de voz imprimía más tristeza aún a su fatídico debut.

En todo caso, en el descanso, Míchel demostró sus dotes de entrenador para que con dos cambios el equipo mejorara. En ese sentido, el nuevo entrenador, si comparamos con sus predecesores en el cargo, demostró mejor tino a la hora de mover el banquillo y tan sólo los errores garrafales de Demichelis le impidieron que ayer se marchara de Martiricos con una sonrisa y tres puntos en el zurrón.

Aún así, fiel a su clase y saber estar pese al enfado por la derrota, Míchel tuvo tiempo para firmar autógrafos y hacerse fotos con todos los que se lo requirieron.

Curiosa estadística

El dicho popular de «a entrenador nuevo, victoria segura» no va con Míchel. Y es que su estreno con derrota ayer en el Málaga CF ante el Deportivo Alavés (1-2) es el mismo debú sin premio que tuvo en sus dos anteriores clubes en la máxima categoría del fútbol profesional en España: el Getafe CF y el Sevilla FC.

El 27 de abril de 2009, Míchel sustituyó a Víctor Muñoz como entrenador del Getafe CF, consiguiendo salvar al equipo del descenso al sumar 8 puntos en los 5 últimos partidos, lo que le valió su renovación. Eso sí, su estreno fue con derrota 2-1 en el campo del Mallorca.

El 7 de febrero de 2012 fue contratado como técnico del Sevilla FC tras la destitución de Marcelino García Toral. Su debú con el equipo hispalense también fue sumando una derrota, en este caso 2-0, ante la Real Sociedad, en Anoeta. Eso sí, su buen esprint final de campeonato con los de Nervión le permitió renovar para la temporada siguiente, la 2012/2013.

Con el Málaga CF, en su tercera experiencia al frente de un banquillo de elite en España, más de lo mismo. Quizás el equipo de Martiricos mereció anoche la victoria ante el Deportivo Alavés, es verdad que rozó el empate hasta el minuto 90, pero acabó perdiendo y agigantando la curiosa mala racha de José Miguel González «Míchel» en sus inicios como entrenador de equipos de Primera División: tres partidos y otras tantas derrotas