El Málaga CF de Míchel ha vivido su cenit futbolístico en lo que va de temporada en los días previos a la Semana de Pasión, cuatro días apoteósicos en los que en dos partidos ha conseguido ganar a un rival directo por la permanencia, como el Sporting de Gijón (0-1), y darse una alegría al vencer a todo un FC Barcelona de manera incontestable (2-0).

Seis puntos de liberación para el malaguismo, que vivía acongojado hasta el pasado miércoles antes de la finalísima de El Molinón, a donde el Málaga llegaba con tan solo cinco puntos de ventaja sobre el Sporting, por lo que una derrota allí se antojaba catastrófica. Además, el Málaga aterrizó en tierras asturianas con dudas después de sucumbir con claridad ante el Atlético de Madrid en Martiricos (0-2). Se jugaba buena parte de la temporada esa noche y el Málaga, esta vez sí, dio la cara. Hizo lo que tenía que hacer: ganar. Sin alardes ni brillantez, pero mostró su cara más seria del curso, fue mejor que el rival y se consiguió quitar el fantasma y la pesada losa del descenso. Dejó al Sporting a ocho puntos más golaverage y se volvió de Asturias con el sabor de haber ganado un título.

Lo que hace jugar sin presión y con la satisfacción de que con ese triunfo el objetivo de la permanencia ya estaba en el bolsillo. Liberados y eufóricos, el Málaga preparó el duelo del sábado ante el FC Barcelona, un partido grande que siempre atrae todos los focos mediáticos a nivel nacional e internacional y al que todos los futbolistas les gusta jugar.

Míchel preparó con tiento y mimo el partido, supo contrarrestar la calidad de la «MSN» (Messi, Suárez y Neymar) y sacó provecho de todas sus armas. Un arsenal, el desplegado ante el Barcelona, que demuestra que la plantilla y los recursos de este equipo eran mayores de lo demostrado hasta ahora.

Y es que, el equipo, con la sombra del descenso acechando, había caído en depresión y jugaba atenazado. Una vez que en Gijón rompió esos grilletes con su triunfo, el Málaga se desmelenó hasta tal punto de someter al que la mayoría tildan de «mejor equipo del mundo».

Sin duda, los 90 minutos del sábado en Martiricos fueron los mejores del curso para el Málaga, que barrió del mapa a un Barça que se jugaba la Liga. La afición, por primera vez en esta difícil temporada, se dio una alegría y ante el rival más duro. Lo merecía después de 7 meses de sinsabores y decepciones por un proyecto ya viciado desde diciembre con la marcha de Juande Ramos.

Ahora, tras varios partidos al frente del equipo, Míchel ha conseguido sacar partido a un equipo cuyo potencial era mayor de lo que dictaba la clasificación. En Gijón cumplió y convenció, mientras que ante el Barcelona sorprendió y se gustó.

La permanencia, atada

Los seis puntos cosechados en estos cuatro días dejan al Málaga con la permanencia virtual en el bolsillo al sumar ya 33 puntos. Y es que, con 21 puntos aún por jugar, el Málaga durmió ayer a 11 del descenso, que marca el Sporting y que debe jugar hoy ante la Real Sociedad.

Además, el resto de resultados que han acontecido esta jornada con equipos implicados en la lucha por la permanencia también han favorecido al Málaga. El Deportivo perdió en el Sánchez Pizjuán con el Sevilla por 4-2 y se queda anclado en 28 puntos. Por su parte, el Granada perdió contra el Valencia (1-3) y solo suma 20.