Míchel González, entrenador del Málaga desde hace poco más de un mes, ha conseguido cambiarle la cara a un equipo gris, triste y atemorizado por la sombra del descenso. De ese tiempo a esta parte, no sin pasar por un proceso complicado para adaptarse a los métodos del nuevo técnico, el equipo ha experimentado un cambio casi milagroso gestado en Gijón y confirmado, tres días más tarde, con el gustazo del triunfo ante el FC Barcelona.

Pero no sólo por lo que supone la victoria en sí y haberse distanciado de los puestos de descenso ya casi de forma definitiva. Míchel ha conseguido que el plantel retome la confianza a base de seguridad defensiva, la que han demostrado desde que el madrileño dirige al equipo en buena parte de los partidos.

Y es que, de los cinco encuentros que ha dirigido, en tres ha conseguido dejar la puerta a cero y ya acumula 196 minutos de forma consecutiva sin recibir un gol, los 16 últimos ante el Atlético de Madrid y los dos ante Sporting y Barcelona, en los que además se llevó los seis puntos en juego.

Porque hasta la llegada de Míchel al banquillo, la fragilidad defensiva ha sido una constante. Un mal endémico que comenzó con el proyecto de Juande Ramos y que el Gato Romero, pese a todos sus esfuerzos y buen hacer, no consiguió enderezar en los tres meses que dirigió al equipo.

Lo cierto es que los fallos defensivos y la falta de contundencia a la hora de defender que había mostrado el Málaga no era asunto exclusivo de los entrenadores. Otros factores han propiciado esta hecatombe, tales como mala planificación en la retaguardia en verano, falta de acoplamiento de algunos fichajes, lesiones graves o rendimiento insuficiente de algunos, han sido claves.

Pero ahora, Míchel parece haber tocado la tecla exacta en defensa. Ha cambiado algunos aspectos y de momento parece que funcionan. Sin ir más lejos, la pareja de centrales, salvo el primer duelo ante el Alavés donde tiró de Luis Hernández y Demichelis, ha sido inamovible. Luis Hernández y Llorente llevan cuatro partidos consecutivos siendo los escuderos de Kameni y han mantenido la portería a cero en tres ocasiones. Solo ante el Atlético, donde los goles llegaron por dos inoportunos rechazos, han visto como su entereza defensiva quedaba tocada.

El Málaga de Míchel ha recibido cuatro goles en cinco partidos, a una media de menos de un gol por encuentro. Mientras que con Marcelo Romero al frente, el Málaga recibió una media de 1,7 goles por partido al recibir 17 tantos en los 10 encuentros que estuvo como técnico. Por su parte, Juande Ramos recibió 26 goles en los 16 encuentros que estuvo al frente del equipo, una media de 1´6 goles encajados. Bagajes ambos muy pobres para las aspiraciones que tenía el equipo antes de comenzar el campeonato.