El Málaga CF sigue sin ganar en pretemporada. Tampoco lo logró anoche en el Torneo Diputación de Granada contra el club de la ciudad nazarí, de Segunda División. No hay que reunir un gabinete de crisis todavía ni tirarse por la bocana de Preferencia ni organizar ninguna quedada para romper el carnet del abono a las puertas de La Rosaleda. Es pronto y hay tiempo aún para reconducir la situación, algunas conductas y reforzar el equipo como se merece. Míchel ensayó en Granada, buscó rotar tras el Costa del Sol y en vísperas del Carranza, y repartir minutos y quizá (¿por qué no?) enseñarle al encargado de «pulsar los botones» que el Málaga CF está cogido con alfileres, que anda corto de efectivos y que las ausencias de Camacho, Fornals y Sandro requieren de respuestas contundentes y de futbolistas contrastados. No valen, me temo, perlas ni manás por descubrir desde Argentina. Esto es fútbol de elite y hasta un Segunda División como el Granada te puede pintar la cara.

Urge, tras una pretemporada sin triunfos a poco más de 10 días vista de comenzar la Liga, meterle hormigón al equipo, mucha creatividad y fútbol en la medular, y un competidor de garantías para Bastón. Visto lo visto hasta ahora, el Málaga requiere retoques. E importantes. Que hagan buena la base que hay ya, que no es poca. Que realce un equipo que, con dos o tres futbolistas de cierto nivel, eleven las expectativas. Y el ánimo... Que también es importante. Porque, aunque Míchel puso ayer un equipo con mezcla de presuntos titulares y canteranos, y con hasta seis cambios al descanso y cinco más a los 60 minutos, no es plato de buen gusto perder con un Segunda.

Cenk fue titular (probablemente por última vez hasta la Copa del Rey), al igual que el canterano José Carlos, que acompañó a Kuzmanovic en la medular. Tuvo que usar el míster al diestro Álex Robles en el lateral zurdo, por las lesiones de Ricca y Torres, y la baja ayer de Juankar, junto a Keko. Y con Mula y Jony por bandas, con Maty de enganche y Borja arriba.

El Málaga salió timorato, tratando de mantener el balón con Kuzmanovic, pero sin profundidad, sin juego entre líneas, sin molestar a Javi Varas. El equipo condensó todo su peligro en los tres últimos minutos previos al descanso. Borja, desasistido y más solo que la calle Larios ayer a las tres de la tarde con el terral, sólo tuvo una y la mandó al larguero, tras un desmarque por la derecha. Justo después, Maty recibió falta -pudo ser sobre la línea- y Jony tiró al palo de Varas, pero la barrera desvió el balón a córner. Fue el único atisbo de peligro que llevó el Málaga en los primeros 45 minutos, mucho más atrevido con Mula tras cambiar la banda derecha por la izquierda. Joselu hizo sufrir a la defensa y buscó las «cosquillas» continuamente a Luis Hernández y Míkel Villanueva. De hecho, el Granada bien pudo llegar por delante al descanso, pero se le anuló un gol por fuera de juego en el 19’ y luego tuvo una doble oportunidad a la media hora, pero ni Menossé -lo cantó gol Los Cármenes- ni Machís acertaron.

Tras los cambios al descanso, el Málaga tomó las riendas, pero el turco Cenk Gonen se hizo un lío y, tras un pase de Baysse, despejó al cuerpo de Joselu. El esférico dio en el palo y entró. Cenk, inseguro, volvió a encajar un gol, como ya es habitual. No ha demostrado ser, ni siquiera, el portero suplente de este Málaga CF. Andrés, en un ratito en la segunda parte, hizo muchos más méritos. Como sucedió también en la pretemporada de Alemania.

El Málaga trató de empatar. Y tuvo ocasiones, siempre a pase de Iván Rodríguez, que asistió por la banda derecha con mucho peligro, a Juanpi Añor (68’) y En Nesyri (71’). Pero el balón no entró. Ni Varas tuvo que trabajar en exceso.

Y al final, con el Málaga volcado, fue el Granada el que pudo marcar el 2-0. Pero Andrés Prieto sacó un par de valiosas manos para no empeorar las cosas. Perdió el Málaga de nuevo, por séptima vez en esta aciaga pretemporada. Ni una victoria. Ni un empate que echarse a la boca. No ha sido manifiestamente inferior a nadie el equipo de Míchel. Pero duele la vista leer este penoso y tortuoso camino. Y ahora, el Carranza. ¿Con refuerzos?