Vaya por delante que las pretemporadas suelen ser engañosas, tanto para lo bueno como para lo malo. Pero el Málaga ha acumulado un buen puñado de síntomas negativos en los 38 días que ha estado de preparación. Un trabajo, con Míchel a la cabeza, que no ha visto sus frutos sobre el césped y que sólo al final, este pasado fin de semana en el Trofeo Carranza, ha ofrecido algunos brotes verdes de cara al inminente inicio liguero.

Ya no hay más pruebas. Y Míchel, al menos, parece tenerlo claro. El técnico blanquiazul ha buscado variantes a lo largo del verano. Ha probado sistemas, jugadores y también sensaciones. Y el resultado de ese sufrimiento tiene que verse reflejado el próximo lunes 21 de agosto contra el Eibar a partir de las 22.00 horas.

Pero lo cierto es que los dígitos del conjunto blanquiazul dejan mucho que desear y no son precisamente una buena carta de presentación para la Liga. El Málaga, en una pretemporada más exigente que la del curso pasado donde no conoció la derrota, ha disputado nueve partidos -incluyendo el cuadrangular a 45 minutos con dos rivales diferentes- y sólo ha podido ganar uno, aunque contra fue contra el Villarreal, uno de los rivales más fuertes del verano.

Por el camino hay muchas decepciones, tanto colectivas como individuales, pero también algunas sonrisas. Mula es sin duda uno de los jugadores revelación del curso. El canterano, que ha contado con mucho protagonismo por parte de Míchel, lo ha devuelto con descaro, buen juego y con gol. Tanto es así que es una de las opciones para entrar en el once contra el Eibar el próximo lunes, aunque todo depende del sistema que ponga en liza el técnico madrileño, ya que ha practicado con defensa de cuatro o de tres con carrileros. En cualquier caso, el entrenador blanquiazul ha contado muchísimo con los canteranos a lo largo del verano, ya sea por convencimiento o por necesidad.

Lo cierto es que la pretemporada comenzó a pie cambiado, con la salida de Camacho justo el mismo día del arranque, el 5 de julio. El maño no llegó ni a vestirse de blanquiazul. Esa posición ha sido un quebradero de cabeza para Míchel, que aún espera un sustituto pese a contar con Recio, Kuzmanovic y Cecchini en la medular.

El primer envite se saldó con derrota en Coín contra el Sheffield United (0-1). Y ya no fue hasta la segunda fase de la pretemporada, en Alemania, hasta que volvió a jugar el Málaga. Primero con un cuadrangular con mejores sensaciones que resultados -el arbitraje contra el Hertha aún es recordado- y luego con la peor puesta en escena del curso, ante el AZ Alkmaar, que en la segunda mitad y tras un carrusel de cambios encajó tres goles sin oposición.

Entre medias, Pablo Fornals hacía las maletas para irse al Villarreal dejando al Málaga con una estocada inesperada. La gira se cerró con la derrota por 1-2 contra el Borussia Monchengladbach tras remontar el gol de Mula.

El Costa del Sol ante el Lazio (0-1), la derrota en Granada (1-0) y el Carranza (1-0 contra el Villarreal y 0-2 con Las Palmas) fueron los últimos test para el Málaga, que también vivió días agitados por el debate público entre Míchel y Al-Thani por Javi García y por la necesidad de acelerar en los fichajes.

Las sensaciones, por lo tanto, no son la mejores y los problemas se centran, sobre todo en la falta de gol del equipo. Borja Bastón es una isla y el conjunto blanquiazul sólo ha perforado en tres ocasiones la meta rival. Defensivamente el equipo parece tener empaque con la llegada de Roberto en portería y los zagueros Baysse -posiblemente el fichaje que mejor ha rendido- y Diego González. Míchel tiene trabajo, su equipo está lejos de su mejor versión, pero todo quedará olvidado a partir del lunes si se consigue el primer triunfo.