Recibió una sonora ovación cuando la megafonía de La Rosaleda le presentó, antes de que comenzara el choque. Sólo que esta vez no era en el once del Málaga CF, si no en el del equipo visitante, el Eibar. El delantero Charles Dias regresó a Málaga con otro equipo y firmó un partido casi perfecto, que culminó en gol, antes de ser sustituido en el minuto 65, con el equipo armero dominando (0-1) gracias a su cabezazo a la red de Roberto.

Charles mediatizó el partido. Desde antes del calentamiento en el césped de La Rosaleda repartió sonrisas y abrazos entre sus ex en el Málaga. Antiguos compañeros y miembros del cuerpo técnico y médico. Dos años como blanquiazul que dieron para mucho, aunque su llama se apagó con Míchel y sus problemas con las lesiones, y ni se le renovó y ni siquiera se le planteó la ampliación de contrato.

El futbolista demostró desde el primer minuto que no venía de turismo. Recién comenzado el partido, el ariete anotó un gol. Pero lo hizo con la mano. Trató de engañar al árbitro y a sus excompañeros. Se ganó la tarjeta amarilla por ello. Eso no le influyó. Charles fue un peligro constante. No dejó de incordiar a la zaga y tuvo un par de buenas ocasiones para marcar, pero no llegó el gol. La Rosaleda pidió su expulsión al dar con la mano tras un despeje de la zaga. Pero su acto, involuntario, no tuvo amonestación.

El partido se fue al descanso con empate sin goles y tras un centro desde la banda izquierda, Charles metió la cabeza y anotó el 0-1. Un gol de delantero centro. Un gol a su exequipo, el que carece de esa pólvora ahora y el que prescindió de sus servicios el pasado verano.

Mendilíbar, a los 65 minutos, le sustituyó. La Rosaleda no fue ya tan "simpática". Y eso que Charles no había celebrado su gol. Pidió perdón al marcar el 0-1, con los dos brazos levantados y las palmas unidas, en señal de perdón. A su salida aplaudió. El daño ya estaba hecho. Charles regresó a la Costa del Sol para herir al que fue su Málaga.