El Málaga CF está en crisis y desde luego no es sólo una cuestión deportiva, lo que agrava aún más su situación y complica también su recuperación. Desde que Míchel aterrizó en Martiricos, en marzo, el técnico no ha vivido un momento más complejo como el que afronta ahora. Y todo ello pese a que sólo se han disputado tres jornadas de Liga, pero suma un acumulado importante de derrotas en pretemporada mezclado con la brecha abierta con la propiedad, lo que ha generado un hastío en el malaguismo que salpica a todos los estamentos. Es, sin duda, la primera gran crisis para el entrenador blanquiazul que por el momento muestra templanza y lanza mensajes de unidad para amortiguar el golpe.

El Málaga, deportivamente, está en horas bajas. De hecho, no ocupaba puestos de descenso desde hace casi dos años, un total de 645 días. Pero más allá de los preocupantes resultados, el Málaga se muestra como un equipo sin fútbol, sin soluciones y sin respuesta. El proyecto ha arrancado de la peor manera posible. Nunca hasta la fecha había perdido el Málaga CF sus tres primeros partidos ligueros en Primera División. Y lo que es peor, la historia dice que el equipo que acumula esos pésimos guarismo en el arranque es carne de Segunda División.

Queda toda la Liga para saber si el Málaga es candidato al descenso y para pelear contra las estadísticas, pero lo cierto es que las señales de alarma que manda el conjunto blanquiazul son cada vez más evidentes. Y las soluciones no terminan de llegar.

Míchel ya ha utilizado 18 jugadores de los teóricos 26 que tiene en plantilla -hay dos canteranos con ficha del filial aunque tres porteros-. Es decir, que el técnico aún tiene variantes en la recámara para intentar dar la vuelta a la situación. Y todo ello pese a que ha probado diferentes sistemas.

Pero el Málaga tiene un problema de juego y también anímico. El conjunto blanquiazul no crea fútbol ofensivo y ahora ha mostrado también sus carencias defensivas, que son cada vez más groseras tras los malos resultados y con fallos puntuales producto de la ansiedad. Además, el equipo acaba fracturado físicamente por la mitad los últimos tramos del encuentro y el centro del campo no termina de carburar, tanto para crear como para destruir. Sólo la portería, con Roberto, está mostrando un nivel aceptable.

Anímicamente el Málaga también es preso de sus propios demonios. La pésima pretemporada, en la que sólo ganó un partido de nueve, ha impedido que el equipo haya cogido confianza y moral en sus posibilidades futbolísticas. Los jugadores están por debajo de su nivel pero también con un atenazamiento impropio para el momento en el que se encuentra la competición.

  • ¿Quién el responsable del mal inicio del Málaga CF en la Liga?

La situación, sin embargo, es nueva para Míchel en Málaga ya que a diferencia de cuando aterrizó en marzo, ahora ya no tiene herencia, ni para la bueno ni para lo malo. Porque si entonces el equipo estaba más hundido anímicamente que ahora, al menos tenía un colchón de puntos con el que trabajar con respecto al descenso.

Ahora, tras un verano cargado de malas gestiones en la planificación y con discrepancias con la propiedad, la situación se ha vuelto más compleja.

Hay jugadores en los que Míchel no confía y todo hace indicar que tendrán poco protagonismo. Pero el técnico no está discutido. No al menos por el malaguismo, que sí le exige soluciones pero le concede crédito. La afición, el pasado lunes, disparó hacia más arriba y señaló al que consideran culpable de la situación con el «¡Al-Thani, vete ya!». Sin duda, una crisis en toda regla.