Que el Málaga CF sea colista de Primera División, que no haya sumado ni un solo punto y que cuente sus partidos por derrotas o que solo haya logrado un gol a favor y haya recibido 11, no es cuestión de suerte. El equipo blanquiazul lleva mostrando constantes vitales muy débiles desde antes que arrancara la temporada de manera oficial el lunes 21 de agosto ante el Eibar y ya, desde pretemporada, sus guarismos fueron bastante pobres, tanto a la hora de atacar como la defender. Síntomas que no han hecho más que recrudecerse cuando ha empezado lo que de verdad importa.

Así las cosas, los números y las estadísticas muchas veces en el mundo del fútbol hablan por sí solas. Y es que, el conjunto blanquiazul no llega ni al insuficiente en la parcela ofensiva ni la defensiva hasta el momento. De los 12 partidos que ha disputado desde el mes de julio, ocho de pretemporada y cinco de Liga, el Málaga solo ha sumado cuatro goles, lo que supone una media de un gol cada 295 minutos, más de tres partidos. Unos números muy pobres que ponen a las claras los graves problemas que tiene el equipo para hacer goles.

Y es que, en los partidos de preparación vieron puerta Borja Bastón, Mula y Adrián, pero durante el curso liguero el único tanto que ha conseguido ha sido obra de un defensa, Diego González, que se estrenó ante Las Palmas. Ése solitario gol impide que el Málaga sea el peor equipo de Primera División en todo, ya que el Alavés, que también maneja cero puntos, aún no ha visto puerta en lo que va de competición.

Pero si en ataque los números del Málaga no son aceptables, en defensa no son, ni mucho menos, mejores. Y es que, al realizar la misma media con los partidos de pretemporada y los cinco ligueros, el conjunto de Míchel recibe un gol cada 48 minutos de juego. Una frecuencia preocupante más allá de estar engordada por los cinco tantos que recibió en el último partido liguero ante el Valencia.

Además, de todos estos encuentros, tanto de preparación como oficiales, el Málaga sólo ha conseguido mantener su portería a cero en una ocasión. Fue contra el Villarreal en la semifinal del Trofeo Ramón de Carranza en Cádiz, donde venció por 1-0.

Míchel, después de probar bastantes variantes tácticas y cambio de futbolistas, aún no ha dado con la tecla. Es cierto que el equipo da muestras de tener más de lo que demuestra durante tramos de los partidos, como exhibió a ratitos en el Wanda, la primera parte frente a Las Palmas o el arranque en Mestalla. Pero es cierto que no es constante ni consistente y esas desconexiones en el juego las está pagando demasiado caras.

¿Cuánto de futbolístico y cuánto de psicológico hay en los problemas que evidencia el Málaga? Es complicado cuantificarlo, pero en cuanto Míchel y sus jugadores solucionen lo primero, el asunto mental comenzará a resolverse solo. El Athletic, próxima cita.