Siempre he dicho que jugar a fútbol es mi pasión desde la primera vez que me puse unas botas de fútbol. Desde que soy profesional jugar a fútbol ha sido para mí un continuo crecimiento en lo personal y, a la vez, creo que he asistido como protagonista al desarrollo del fútbol femenino en España. He jugado en grandes equipos y ahora afronto un nuevo reto en Málaga tras tres años increíbles en el Levante UD. Por eso creo que esta semana me puse a soñar despierta, a pensar que hemos hecho mucho, pero nos queda por hacer. Y es que justo esta semana la federación noruega de fútbol anunció que las jugadoras que fueran a la selección cobrarían lo mismo que los jugadores. Y lo harán además con una aportación del sueldo de sus colegas masculinos. Es un ejemplo único en el mundo ya que hace un tiempo en Estados Unidos las jugadoras, que allí son auténticas estrellas, reclamaban lo mismo y siguen sin conseguirlo; y en países como Dinamarca también buscan soluciones para equiparar sueldos cuando se trata de defender la camiseta nacional.

En España tenemos camino por recorrer en ese sentido. Hemos convertido el deporte femenino en algo mucho más importante que un deporte de chicas. Y en ese tránsito los éxitos de la selección también han contribuido a ser más visibles, a que se nos preste más atención. Tenemos grandes deportistas en baloncesto, balonmano, etc consiguiendo éxitos que tampoco cobran lo mismo que sus compañeros masculinos. No sé cuál puede ser la fórmula, no sé si los patrocinadores privados pueden contribuir a que las jugadoras estén mejor pagadas, pero sí detecto intención de mejorar en ese aspecto como se ha hecho en otros. De hecho, la apuesta por el fútbol femenino en muchos de los equipos españoles es una apuesta poco rentable. Hay que agradecer que los grandes del fútbol español apuesten por nosotras. Prácticamente todos los equipos de Primera y Segunda tienen un equipo de fútbol femenino que se une a iniciativas privadas que luchan y trabajan desde hace mucho por hacer que la práctica de nuestro deporte sea algo digno.

Parece difícil creer que en breve los hombres y mujeres que defiendan la camiseta nacional cobren lo mismo, pero hay días en que me gusta soñar.