José Luis García del Pozo (Málaga, 11 de enero de 1991) es palabra de capitán en el Málaga CF. El paleño ha recogido el testigo con valentía y no se arruga ni para lanzar el penalti de la victoria sobre el Celta ni para dar la cara cuando el equipo pierde. Ahora, tras el triunfo del pasado sábado, el malagueño mira al futuro con optimismo y espera que poco a poco las aguas vuelvan a su cauce, aunque es consciente de que sólo se ha dado un pequeño paso de los muchos que quedan por dar.

Han sido meses muy complicados Ya tocaba, ¿no?

Sí. Sobre todo por lo que hemos sufrido y porque nadie esperaba el comienzo de temporada así. Estar tantos meses sin ganar... Al final vivimos de los resultados, de los puntos. Teníamos muchas ganas de conseguir la primera victoria. Para nosotros era una final y necesitábamos ganar. Contentos con el partido, con el resultado, y que sea un punto de inflexión para cambiar la dinámica.

¿Qué se siente después de estar tanto tiempo sin ganar? ¿Pensaron que no estaban siguiendo el camino correcto, que no tenían el nivel o que eran menos futbolistas?

Lo que se pasa por la cabeza o por lo que más yo sufro es en buscar soluciones. En años anteriores hemos estado ocho o nueve jornadas sin ganar, aunque nunca nos pillaba al principio. Pero un comienzo así te comes la cabeza, porque no has conseguido victorias y en pretemporada sólo una. Muchos meses entrenando y jugando sin conseguir resultados. Uno le da muchas vueltas a la cabeza, habla con los compañeros y con el míster en busca de soluciones. Está en casa, con la familia, y no es el mismo. Yo cuando pierdo o el equipo está mal no estoy igual. Porque lo pagan los más cercanos. Y en este caso, mi mujer, mi hijo, mis hermanos y amigos? los que están cercanos, que también intentan aconsejarme. Porque son personas que también entienden mucho de fútbol. E intentas despejarte la cabeza. Porque en esos momentos todo es negativo y hay que buscar algo positivo. Y en eso estamos. Ahora hemos dado un pasito y nos queda mucha temporada, que va a ser larga y vamos a sufrir.

La gente ahora se hace dos preguntas. La primera, ¿por qué contra el Celta sí y contra el Leganés, por ejemplo, no?

No tiene explicación. Cada partido es un mundo y es distinto. El día del Leganés ellos nos dieron la iniciativa del balón porque se sienten cómodos replegados y a la contra, y creo que nosotros ahora también nos sentimos bien así. Jugaron sus bazas y nos marcaron en fuera de juego. Y si en estos momentos se nos ponen por delante nos cuesta mucho. Es como si te echaran 20 kilos de piedras en la espalda. Y cuesta. Y creo que ha habido momentos en los partidos anteriores donde el equipo no ha estado mal, que hemos sido superiores al rivales pero que el fútbol ha sido injusto. Y en otros momentos que sí lo hemos merecido perder. Porque cuando estamos en la situación que estamos es porque hay cosas que se han hecho mal. Y creo que contra el Celta salió bien desde el principio. Esa presión o esa forma de estar replegados salió bien, nos sentimos cómodos. Y a la contra, con espacios, fue cuando creamos más ocasiones. Las jugadas a balón parado nos están dando goles. Queremos intentar dejar la portería a cero porque eso se supone que nos va a dar puntos.

La segunda pregunta es, y ahora ¿qué? Porque esto tiene que tener continuidad...

Ganar al Celta fue un pasito corto. Sabemos que esto es largo y que lo bueno que tenemos es que queda mucha temporada, que tenemos margen de mejora y capacidad de reacción. El equipo lo va a hacer. Espero que esto sirva de cambio de dinámica, que todo se vea de otra manera y que tengamos esa pizca de suerte que hay que tener en los partidos juegue a nuestro favor.

La gente también se pregunta si la victoria con el Celta puede acabar con la sequía goleadora, la facilidad para encajar goles, o con todos los problemas en general del equipo...

No. Nosotros sabemos las cosas que tenemos que mejorar. Esto es muy largo y cada partido hay que prepararlo de diferente manera, sabiendo las virtudes y mecanismo con los que nos sintamos cómodos. Tenemos que trabajar en ello. Hay muchas cosas que mejorar y no por haber ganado el otro día va a ser ya todo bonito. Creo que ahora hay que ir a Villarreal a saber sufrir, porque creo que una cosa buena que estoy viendo es que somos conscientes de que vamos a sufrir. Y eso es importante, que seamos un equipo que en ciertos momentos del partido sepamos sufrir. Y más en la posición en la que estamos. Ese cambio de mentalidad lo estoy viendo.

¿Cómo está ahora el vestuario?

Cuando se gana se está más contento, es evidente. Cuando llevas tantos meses sin ganar no es lo mismo y la manera de trabajar no es la misma. Llega uno con más felicidad y más ganas. Esperamos que sea el cambio que necesitamos.

Ahora toca el Villarreal. ¿Sé le puede meter mano?

Claro. Nosotros tenemos que ir a cualquier campo a intentar puntuar. En casa hacernos fuertes, que siempre he dicho que hay que ganar, y fuera rascar algún punto. Fuera, en plazas difíciles como la del Sevilla, Atlético o Barcelona hemos estado a buen nivel. Esperemos que sea lo mismo pero con esa suerte como para poder conseguir algún punto.

Volvamos al partido con el Celta. La celebración del gol contra el Celta fue icónica. Cuéntenos qué se le pasó por la cabeza antes y después...

Antes de lanzar se me pasaron mil cosas por la cabeza porque desde que se señaló hasta que lo lancé pasó un minuto y pico. Veía que era el momento de cambiar esa dinámica. Yo sabía que si metía ganábamos, pero si fallaba podíamos hasta perder. Sentí mucha responsabilidad pero pensé en todos los meses que llevaba sin ganar. Y sabía que era el momento. Sabía que nos íbamos a llevar esa alegría. Por suerte lo metí. Y soltamos en la celebración esa tensión. Es lo que sentí en ese momento. Una vez que lo metí me acordé de mi familia, de mis amigos, que son los que están conmigo y los que me ven sufrir el día a día.

¿Su expulsión contra el Leganés fue posiblemente el peor momento hasta ahora del curso?

Sí. Y creo que de todo el tiempo que llevo aquí pocas veces he salido de La Rosaleda como salí aquel día. A parte de estar decepcionado por la expulsión, porque me equivoqué y era algo que no debía pasar, también por el equipo. Teníamos que ganar y perdimos. Me sentí muy frustrado. Es de los peores días que salí de La Rosaleda. Bastante hundido. De los momentos más duros.

Se ha calmado el entorno del Málaga, hay menos ruido alrededor del equipo y ya no parece una especie de «circo» como apuntó usted este verano, ¿no?

Sí, estamos más tranquilos así. Creo que nos beneficia a todos. Estamos más tranquilos nosotros, el míster, el club. Esa tranquilidad en estos momentos es lo mejor. Llevamos un par de meses donde todo está más tranquilo. Y debe seguir así porque va en beneficio de todos.

¿La llegada de Mario Husillos puede haber contribuido a esa tranquilidad?

Es importante también que la relación que tengan ambos sea buena para que el míster esté tranquilo. Yo personalmente ya conocía a Mario de antes. Tengo muy buena relación con él. Cuando llegó, en la semana del Leganés, el lunes tuvimos una cena con él los tres capitanes. Intenta buscar soluciones, ha jugado al fútbol, tiene experiencia. Está cercano al equipo. Siempre en los entrenamientos. Y le gusta coger a alguno individualmente y charlar con él. Eso es importante porque en estos momentos hay que cambiar la mentalidad y la confianza es primordial. Mario en ese sentido lo hace bien y sabe aconsejar. Todo lo que sea lo mejor es bueno para nosotros.

Pese a que Husillos había ratificado a Míchel públicamente el técnico, por los propios resultados deportivos, estaba en el alambre. ¿Lo notaron algo más tenso o nervioso que lo normal?

No sé como estará lejos de nosotros, pero aquí está normal. Aquí mantiene la calma y la tranquilidad. Eso es importante. Es normal que se dude o se pueda hablar de un entrenador cuando los puntos son los que son. Si se duda ahora hasta de Simeone en el Atlético... Un entrenador siempre está en el alambre, pero no sólo él, los jugadores vivimos también de los resultados y los puntos. Cuanto mejor sean los resultados mejor le irá a él y a nosotros.

¿Se entendieron las palabras de Míchel tras el partido con el Numancia?

En ese momento fue lo que le salió, pero nos los dijo a nosotros antes en el vestuario. Nos habría molestado si nos hubiera dicho otra cosa diferente que a la prensa. Él fue sincero y nos lo dijo allí mismo cuando terminó el partido. Es importante que vaya de cara y que nos diga las cosas. Así no pasa nada. Él sabe cómo va esto. Y si cree que eso puede servir para que un jugador pueda espabilar, pues siempre es bueno. Si va a decir eso todas las semanas y vamos a ganar el domingo, ojalá salga mañana en rueda de prensa y diga lo mismo (risas).

Hablaba del aspecto anímico y a partir de ahora tendrán un psicólogo en el equipo. ¿Está el equipo para terapia, para sentarse en el diván?

Creo que es muy importante y el club lo debería haber tenido desde hace tiempo, casi todos los clubes de Primera lo tienen. Hoy en día es algo muy normal y sobre todo en el deporte y en el fútbol. Las emociones cambian mucho y eso la cabeza no sabe controlarlo. Tener una persona que te ayude es importante. Vamos a comenzar este viernes con una charla grupal y luego el que quiera irá hablando con él. Eso es bueno. El que lo necesite y sepa que le va a ayudar es interesante. Nos va a ayudar.

¿Pegará en su puerta?

No sé. (risas)

Le comento esa posibilidad porque esta temporada usted quizás tenga más responsabilidad que en años anteriores y su figura quizás se desgaste más al estar en primera línea...

En algún momento, en una temporada tan larga, seguramente tendré alguna conversación con él. Ya he tenido charlas, cuando estuve en Granada teníamos una psicóloga y te ayuda a ver las cosas de otra manera, te manda mensajes de motivación y de positivismo.

¿Ser capitán del Málaga era lo que esperaba o está siendo más complicado?

En el ámbito de resultados está claro que sí. Llevo muchos años aquí y nunca habíamos tenido un inicio de Liga como el de este año. Pero estoy tranquilo porque queda mucha temporada, confío en nuestros compañeros y creo que podemos sacar las cosas adelante. Es un orgullo y una responsabilidad llevar el brazalete, ser el capitán. Esa mezcla hace que uno tenga que dar ejemplo también, tengo una edad y una experiencia que puedo hacerlo bien.

La pasada semana Camacho estuvo por aquí, es un buen amigo. ¿Le pide consejo?

Me fui a comer dos días con él. Y la relación que tengo con él no es sólo futbolística, es personal, lo considero un amigo. Se alegró mucho con nuestra victoria y le dije que no se fuera a Alemania, que había coincidido con la primera victoria.

En estos momentos difíciles que el equipo está en la parte baja más de uno puede pensar que le falta identidad malagueña al bloque, donde sólo usted y Ontiveros son nacidos en la tierra. ¿Ese arraigo podría ayudar, se echa en falta más sangre malagueña?

Bueno, eso al final es el planteamiento de la plantilla. A mí me gusta que haya malagueños en el equipo, yo he salido de la cantera, y mientras más jugadores de la casa haya, mejor. Pero al final las plantillas son las que son. Pero una cosa que me ha sorprendido es que los que han venido nuevos están comprometidos. Creo que ante el Athletic como el otro día contra el Celta, el recibimiento que tuvimos hace que los que vienen de abajo o de fuera sean conscientes del sentimiento que hay aquí en Málaga. La afición se ha dado cuenta de que este año ha ganado más protagonismo, y sobre todo con todo lo que ha pasado.

¡Qué decir de la afición!, increíble, ¿no?

Increíble. Yo he estado en la época de Champions, cuando acabamos octavos. Y ver a la afición recibirte de esa manera cuando vas último es impresionante. Pero ellos saben lo importantes que son para nosotros. Y el primer gol lo metieron ellos. No sólo por el recibimiento, sino porque no dejaron de animar en los 90 minutos. Con el empate la afición se pudo haber venido abajo y ahí siguieron. Ellos saben lo que es sufrir. El que va al estadio no es del Málaga desde hace seis años, es desde hace más. Sabe ver al Málaga en Segunda, Segunda B y sufrir en Primera. Eso es el Málaga. Me llenó de orgullo ver a la afición. Fue clave para nosotros.

¿Qué mensaje le manda?

Que nos vamos a partir la cara por ellos y por la salvación. Si ellos están ahí por nosotros, lo mínimo que podemos hacer es dar la cara por ellos. Y mis compañeros y yo somos conscientes de la situación y de lo que nos estamos jugando. El Málaga, por ciudad, afición y club se merece estar en Primera. El equipo no debe bajar y debe mantenerse. Y en eso vamos a luchar hasta el final. Va a ser largo y sufrido, pero los rivales tienen que ver que estamos vivos.