No nos engañemos, todos sabíamos que esto podía pasar. Es más, intuíamos que un gran Málaga podría salir de nuevo con la cara partida del Bernabéu por una u otra razón. Pero la esperanza de dar un zarpazo en la 'casa blanca' siempre está ahí, reluciente y sonriente para cautivarte una y otra vez cada temporada. Para engañarte y para creer que puedes conseguir lo imposible. Porque está ya visto y comprobado que para el conjunto blanquiazul, ganar al Real Madrid en su casa es ya un caso digno del mismísimo Iker Jiménez y de su 'Nave del Misterio'. De poco importa que un señor Málaga pusiera contra las cuerdas al todopoderoso Real Madrid, que le agujereara hasta en dos ocasiones para ponerle nervioso o que el aficionado madridista se retorciera en su asiento viendo cómo el tercero por la cola meneaba de un lado a otro al vigente campeón. Da igual. Y si no es la fortuna de Cristiano tras recoger el rechazo a su propio penalti fallado es el colegiado de turno, que tan a la ligera pitan por Chamartín.

Hoy el Málaga CF sigue antepenúltimo, pero posiblemente tenga más sensaciones positivas como equipo en su mochila que si hubiera perdido cualquier otro partido o incluso antes de arrancar su encuentro en el Bernabéu. La historia de la Liga está llena de conjuntos que han ganado a Madrid o Barcelona en su campo y han sido finalmente carne de Segunda, pero dudosamente pocos lo hicieron con tanta convicción y generosidad como lo acometió ayer el Málaga CF. Porque esos seguro que se salvaron.

Ahora la derrota, aunque suene contradictorio, es también un punto de partida hacia la salvación. Sí, el conjunto de Míchel cayó, pero el consuelo de la parroquia blanquiazul recae en que lo hizo de pie tras mostrar una imagen sólida, de equipo en crecimiento y de tener un patrón y unas ideas de juego. Este Málaga ahora parece tener un plan a seguir, un guión que lo pone en práctica ya sea en casa contra el Dépor o en el mismísimo Bernabéu contra el Real Madrid. Y así, bajo esas premisas, el camino de la salvación será menos angosto.

Porque ayer los puntos casi se daban por descontado que se quedarían en Madrid. Y lo importante era pelearlos, ponerlos en disputa y cuestionar la superioridad del conjunto de Zidane. Y eso el Málaga CF lo hizo con descaro y con orgullo. Tanto que pudo salir con la cabeza bien alta al término del partido, tras vaciarse y mostrar algunas de las credenciales que ya se le atribuían en jornadas pasadas.

Este Málaga es otro. Al menos ya tiene mordiente arriba para hacer sufrir a los rivales. Mantiene el sitio, cuenta con dos extremos muy válidos, tiene un grandísimo portero y cuenta con dos jugadores en el centro del campo que muestran oficio y sacrificio. Pero también arrastra pecados del pasado ya que cuenta con un serio problema defensivo. Una rémora que es más que evidente cada jornada y que deja a la luz en cada partido una acción aún más grotesca que la anterior. Por ahí se le está escapando la vida al Málaga CF estos últimos partidos.

Y claro, al Bernabéu y contra este Madrid no se puede ir a pecho descubierto, a intentar jugar de tú a tú sin cumplir unos mínimos requisitos defensivos. Es como boxear con una venda en los ojos. Golpearás, pero acabarás en la lona por los impactos del rival.

Con Luis Hernández a lo kamikaze, con Baysse hecho un flan, con Juankar lesionado y con Diego González en fase de aprendizaje, el Málaga debe sobrevivir hasta enero. Y es que las necesidades son ya más que evidentes y están costando demasiados puntos.

A eso se agarró el Madrid para llevarse los tres puntos, porque a los puntos posiblemente el Málaga mereció más. Fue un partido bonito, atractivo para el espectador, pero de rabia y de indignación para el malaguismo, que vio como los empates de Rolan y Chory se quedaban para la hemeroteca.

Los blancos comenzaron golpeando con un gol tempranero gracias a la dejación de funciones de la zaga malaguista. Benzema empujó el rechazo de un balón a la madera de Cristiano (9'). Lo normal en estos casos es que el plan inicial salte por los aires y que a partir de entonces, el Málaga se deje llevar.

Pero no fue así y reaccionó pronto. Keko asistió a Rolan para que acabase de una vez por todas con la sequía a domicilio (18'). No tardaría Casemiro, en un córner y casi sin saltar, en poner de nuevo la ventaja (21').

El Madrid, con muy poco, iba por delante pero no tenía ni el dominio ni la seguridad de quedarse con los puntos. Antes del descanso hubo tiempo para ver el doble rasero de Gil Manzano, que no señaló una falta de Cristiano sobre Adrián en un salto pero sí lo hizo con Baysse y Carvajal anulando el gol del empate. Y lo hizo también para señalar el descanso.

A la vuelta de vestuarios, el Málaga no se escondió y fue a buscar al Madrid a su campo. Le robó el balón y fruto de ello llegó el empate de Chory (58') con un tiro seco y lejano.

Quedaba un mundo por delante y las fuerzas estaban igualadas. Pero los peores augurios llegaron. Gil Manzano señaló penalti de Luis Hernández sobre Modric, que sí lo era. Y Cristiano lo falló, pero no así el propio rechazo (76').

El Madrid respiraba y el Málaga, con uno menos por lesión de Recio -en la primera mitad se lesionó Juankar-, peleó lo que pudo y lamentó la ocasión desperdiciada, la falta de fortuna para llevarse algo más que sensaciones de vuelta para casa.

El conjunto blanquiazul cierra el mal trago del Bernabéu con nota, pero de vacío. Y mientras, la Liga no espera a nadie.