Míchel González, entrenador del Málaga CF, recibió durante el partido contra el Levante sus primeros pitos desde que dirige la nave blanquiazul. No fue un grito global de todo el estadio, si no un sector de la afición la que entonó el "¡Míchel vete ya!" durante los minutos finales del empate contra el Levante, y que bien pudo acabar en derrota si Roberto no salva al equipo en el descuento con una parada milagrosa.

Nadie es intocable en el club de Martiricos y la afición, soberana y con motivos más que suficientes para quejarse, ya ha cargado contra todos los estamentos posibles. Primero fue Abdullah Al-Thani, presidente y propietario del club y quizás principal culpable de la mala gestión del club en los últimos tiempos. Después la afición culpó a los jugadores y así se lo hizo saber durante el duelo ante el Leganés de semanas atrás pero hasta el viernes Míchel había sido intocable.

Lo cierto es que el técnico, que ante el Levante no supo dar con la tecla para superar la maraña defensiva que instaló Muñiz en La Rosaleda, sale tocado de este empate. La semana que viene el Málaga CF visita Anoeta, por lo que el entrenador no se tendrá que someter a un nuevo juicio público pero si ante La Real Sociedad no consigue un buen resultado, la siguiente jornada en Martiricos, con derbi ante el Betis, al técnico se le mirará con lupa.

De momento, el "¡Míchel vete ya!" del viernes parece un aviso, pero si continúa la mala dinámica del equipo (suma dos empates consecutivos en Martiricos en Liga y Copa) Mario Husillos, director deportivo blanquiazul, tendrá que plantearse qué hacer con el técnico. Desde su llegada, el directivo argentino argumentó que una de las razones por las que Míchel era intocable pese a los malos resultados era la comunión que existía con la afición. Ahora, visto que el equipo no termina de salir del pozo, esa buena sintonía público-Míchel empieza a deteriorarse y veremos cómo termina.