La situación actual del Málaga CF exige un cambio, un revulsivo que devuelva a la hinchada malaguista la ilusión por creer en una permanencia que cada día está más lejana por argumentos deportivos y también emocionales. Porque anoche el conjunto blanquiazul sumó un nuevo fracaso a su trayectoria en una temporada para olvidar y que se puede hacer muy larga. Un nuevo borrón que certifica que el ciclo de Míchel en el equipo ha tocado a su fin, aunque muchos en el club prefieran mirar para otro lado.

Los que sí miran de frente y a los ojos son los 12.000 valientes que ayer desafiaron al frío, animaron a su equipo hasta que los jugadores claudicaron y dictaron sentencia contra todos. Porque ayer nadie se libró de la guadaña de una hinchada cansada de un propietario que no está, ni se le espera y que es incapaz de tomar decisiones. Una propiedad a la que le importa más el postureo de Instagram que 12.000 tíos se congelen un lunes por la noche y digan «¡BASTA!».

Una hinchada que está hastiada por una planificación deportiva pésima, donde se dilapidaron millones sin sentido y amparada por un entrenador que ha demostrado no tener la fórmula para sacar la situación adelante. Pero esto no es cosa de ayer.

Para más inri, el que puso la puntilla fue el exmalaguista Sergi Darder, uno de los jugadores más repudiados de la historia presente del club tras su polémica marcha en 2015, que no fue entendida por nadie de la marea blanquiazul.

Y eso que el gol perico llegó a los cuatro minutos. El Málaga tenía 86 por delante para intentar darle la vuelta al marcador. Pero salvo una acción del Chory Castro tras recibir el gol del mallorquín, el Málaga no inquietó la meta de Pau López.

Es triste, pero a día de hoy la jugada más peligrosa en la libreta de Míchel son los saques de banda al área de Luis Hernández. Así de simple y duro. No hay más. La plantilla no es buena. Está confeccionada a borrones y de ahí la falta de recursos.

Pero esto es el Málaga en la actualidad. Un equipo sin patrón y donde los marineros se tiran por la borda. Un equipo que sí tiene orgullo, pero que carece de ideas y argumentos para agarrarse a Primera División. Cuando se alinean los astros, cuando todos los resultados de los rivales directos son favorables llega el Málaga y la pifia. Y van...

Ya son tres derrotas consecutivas. Tres encuentros donde este Málaga de Míchel ha vuelto a quedar desnudo y sin argumentos. Betis, Alavés y Espanyol han hurgado en la herida malaguista con suma facilidad.

La situación es crítica y si todo sigue el guión prestablecido Míchel seguirá pese al clamor popular. Ayer no fueron unos pocos y en su mayoría menores de edad. La afición no puede más, el Málaga descarrila cada vez que salta al césped y el técnico, pese a su afán de proteger a los suyos y seguir adelante ya casi sin ningún argumento demostrable, sigue viviendo en un alambre continuo que puede tener como epitafio Getafe, donde el Málaga juega el viernes.

11 puntos de 54 posibles y con muy pocas razones a las que agarrarse ante una segunda vuelta que se puede hacer muy, muy larga. Debutó Iturra y fue de lo más destacados. El chileno se reconcilió con la grada gracias a su entrega, ganas y orgullo, que en esta plantilla son cualidades que se cotizan caras. Ahora llega Alberto Bueno, al que ya parece que se le ha dado luz verde y se espera un milagro final para convencer a Sandro y el Everton para su regreso. ¿Servirá todo esto para lograr la permanencia? A día de hoy parece que no, que el barco se hunde y nadie es capaz de llevarlo a puerto.

El malaguismo quiere creer pero la pésima hoja de ruta que está llevando el club desde el verano a esta parte no permite ni agarrarse a un clavo ardiendo.