Algún día tenía que pasar. La agonía del Málaga CF en esta temporada ya se hacía insufrible y el Deportivo de la Coruña, un rival que tampoco anda con salud de hierro, fue el encargado de dar la extremaunción al conjunto blanquiazul en un partido donde ambos demostraron porqué son los dos peores equipos de Primera División y que se decantó para los gallegos, que fueron mejores. El equipo de José González, ya sí que sí y por si había alguna duda tras el espejismo por la victoria ante el Villarreal, abraza con fuerza el camino de Segunda División y ya solo espera que las matemáticas certifiquen lo que todo el malaguismo ya asumió meses atrás.

El Málaga está muerto en vida, cualquier atisbo de luchar por la supervivencia ya es efímero después de no cuidar su salud durante toda la temporada. El triunfo del pasado domingo ante el Villarreal encendió una tenue llama de esperanza que anoche se apagó en Riazor con tres soplidos de un Dépor que no sabía lo que era la victoria desde hace 15 partidos. El Málaga, incapaz una vez más, no supo jugar con la ansiedad del rival ni manejó los tiempos del partido en ningún instante.

Penúltimo y último de LaLiga cumplieron el guión preestablecido de equipo malo y equipo peor, que se decantó por el primero. El Málaga siempre fue a remolque de un Dépor moribundo y que siempre llevó el peso del partido. Los de José González siempre fueron a remolque y vieron como a cada atisbo de remontada los locales respondían con goles.

Se adelantó pronto el cuadro gallego por medio de Lucas Pérez, de penalti; empató Guillerme en propia puerta bien entrada la primera mitad; volvió a tomar ventaja el Dépor por medio del exmalaguista Adrián, respondió Rolan poco después y, de nuevo Adrián, certificó la victoria deportivista y firmó la defunción de un Málaga que no mereció mucho más en Riazor.

Los tres puntos del Málaga frente al Villarreal de hace seis días quedaron en una simple anécdota. Un chascarrillo sin importancia que sirvió para que todo el malaguismo fantaseara con un milagro imposible. Es cierto que las opciones eran más que remotas, un 3% de posibilidades de permanencia que hacía que la afición hablara de ello con la boca chica. Además, las duras declaraciones de Al-Thani en una entrevista en exclusiva a La Opinión, eclipsaron el resto de cuestiones que envuelven el planeta Málaga CF, deportivas inclusive.

Lo cierto es que Riazor volvió a mostrar la verdadera cara del Málaga de este curso. Un quiero y no puedo constante, una falta de calidad palpitante y una sucesión de fallos defensivos grotescos con los que se hace imposible llegar a buen puerto. Luis Hernández, tras el paréntesis de su gran partido ante el Villarreal, volvió a las andadas para cuajar un partido desastroso que comenzó siendo el autor de un penalti absurdo. La defensa malaguista encumbró a Lucas Pérez y a Adrián López, dos delanteros que pese a su categoría habían pasado sin pena ni gloria esta temporada. De hecho, el ariete gallego no veía puerta desde el partido de la primera vuelta en La Rosaleda. Por su parte, el exmalaguista aprovechó dos errores infames para mandar a su exequipo al infierno de Segunda.

Roberto, que evitó una goleada mayor, el empuje de Chory Castroal que ya no le quedan constantes vitales y ya se despide de este mundo terrenal para bajar al infierno de Segunda. Esperemos que por poco tiempo y vuelva más pronto que tarde. Descanse en paz.