¡Alejen a los niños de La Rosaleda! Al menos, por esta temporada. No vuelvan a traer a sus hijos al fútbol. Déjenlo ya para la próxima temporada, porque el equipo necesitará el apoyo de su afición más en Segunda que en Primera. El Málaga CF ha convertido el hermoso acto de acudir a La Rosaleda en un auténtico suplicio. El V Día de la infancia, celebrado ayer en Martiricos, sólo pudo causar algún trauma a los más pequeños. No hubo nada que echarse a la boca. Nada sano en ver a esta ruina de equipo, colista, endeble, débil, que encajó tres goles con una facilidad pasmosa. Lo más aplaudido ayer en La Rosaleda fue un gol del equipo rival. De Ibai Gómez. Un golazo por la escuadra derecha del pobre Andrés Prieto, que debutó en casa sin fortuna. Ibai tuvo tiempo para entrar en el área, armar la pierna mala y soltar un misil. Ningún malaguista le encimó. Ni le sopló si quiera. Una vergüenza ver a este Málaga convertido en un muñeco, en tan poquita cosa, tan molesto de ver. Cuando llevas 70 minutos de partido y lo único que quieres es que acabe ya, el fútbol se convierte en un sufrimiento. Así que alejen a los niños de La Rosaleda un par de semanas más. No se lo merecen.

La plantilla no ha dado la cara y no ha ofrecido el mínimo exigible en una temporada horrenda, bochornosa y calamitosa. Otra cosa, eso sí, es insultar a un jugador que lleva la camiseta blanquiazul por un tema meramente deportivo. Rosales acaparó ayer las críticas de una parte de la afición. Claro que una cosa es una pitada cuando toca un balón y otra llamarle cabrón (perdón por la expresión) cada vez que lanza un saque de banda. Hay mil formas diferentes de mostrar el enfado. Incluso cantarle que es un «porro» de jugador. Pero rebasar la barrera del insulto está demasiado feo. Que cada cual haga lo que le venga en gana, que para eso paga su abono o su entrada. Pero dentro de unos límites. Llamar cabrón (disculpen de nuevo) a un futbolista de tu equipo, por muy mala temporada que haya hecho en el plano deportivo, no tiene excusa. Porque, además, mientras siga vistiendo la camiseta blanquiazul es un activo del club. Rosales acabó desquiciado, con una agresión bárbara a Burgui, a un compañero de profesión, que mereció la roja. Una entrada desmedida. Y carente de toda lógica, más allá que su desquiciamiento.

El Málaga que vimos contra el Alavés dio entre pena y vergüenza. Pena porque nos vamos a un pozo del que no se calibra salida rápida. Porque da mucha pena ver al equipo así, un estadio medio vacío y una situación que no se vivía desde hace 10 años. Pena porque el Alavés, sin hacer nada extraordinario, te mete tres goles. Y porque no quiso forzar. Porque en el Málaga nadie marca un gol.

Y vergüenza porque lo que está haciendo este Málaga es indigno. Es ridículo, es grotesco y miserable. Dan mucha vergüenza ajena estos futbolistas, que también son culpables del lío, porque no son tan malos como se empeñan en demostrar semana tras semana.

No hay consuelo posible. Y el 0-3 que nos colocó el Alavés es, ni más ni menos, que el reflejo de lo que hemos vivido esta temporada. Se ha ido a Segunda por muchísimos motivos que se han explicado ya a lo largo de la temporada. Y también porque el equipo tiene un gafe de mil pares de demonios. En el minuto 3, sin haber aún roto a sudar, primera internada del Alavés y gol al canto. Fue, es cierto, otro fallo en cadena de la defensa blanquiazul. Eso, por desgracia, no es noticia. Pero avancemos en la exposición: no creo que Ideye haya fallado goles tan claros en su carrera deportiva. Tuvo un par de ocasiones para marcar en la primera parte en las que ni acertó a rematar a portería. Ni a rematar. Cuando estás en el pozo, todo te viene grande, nada te ayuda. Tampoco lo hizo el colegiado González González. El árbitro le perdonó la expulsión a Diéguez al borde del intermedio por un codazo a Lestienne. Era una amarilla clarísima, como la que le había sacado unos minutos antes por derribar a En-Nesyri en su carrera por banda izquierda. Cuando el fútbol viene de cara ese cabezazo de Adrián va dentro en vez de irse fuera sólo por milímetros. Cuando no te sale nada, los despejes de Luis Hernández rebotan en Ignasi Míquel. Y Borja Bastón falla lo infallable en el descuento, con todo a su favor para marcar un mísero gol...

Sin imagen

No se va el Málaga a Segunda, desde luego, por este factor. La suerte hay que buscarla. Y el Málaga CF ha encontrado lo que se merecía y ha buscado: la más absoluta ruina. Ha terminado por enfadar a su afición, los Al-Thani siguen perdidos y el palco sigue huérfano. Salir en la foto cuando se gana mola. Dar vueltas de honor en el césped es una flipada. Pero dar la cara cuando te vas a Segunda es otra cosa.

Del partido hay poco más de lo que hablarles. El Málaga tuvo 60 minutos dignos, con buenos 15 minutos antes del descanso. Pudo marcar y empatar. Pero lo del gol es una tortura. Así que el Alavés, con chavales de la cantera, y con un buen entrenador en el banco, le dio un repaso al Málaga. Cuando el «Pitu» Abelardo llegó al banquillo del Alavés, el equipo vasco tenía un punto menos que el Málaga. Hoy le saca 24 puntos. Más de los que tiene el propio Málaga CF (20). Poco más que decir...