Y el malaguismo habló este sábado, aunque hay silencios que expresan más que mil palabras. Porque la realidad es que de 25.000 abonados que tiene la entidad blanquiazul, sólo unos 300 malaguistas se movilizaron para mostrar su indignación por la situación que atraviesa el Málaga CF. Un estado crítico que ahora también parece catatónico y que se ha llevado al equipo a Segunda División de manera impasible, sin remover todas conciencias necesarias para mostrar un grito unánime y rabioso en la afición.

En cualquier caso, los blanquiazules que sí se movilizaron y que expresaron su preocupación por la situación del Málaga CF lo hicieron con fuerza, con intensidad y con mucho ruido. Se hicieron notar por las calles de Málaga, desde la Plaza de la Constitución hasta la llegada a La Rosaleda. Una comitiva, con algo más de 300 malaguistas, que fue encabezada por una pancarta en la que se leía el lema «Por dignidad, La RosaledaAl-Thani

Aunque el presidente fue el foco central de las iras hubo cánticos para todos, también para los jugadores. Había cierta preocupación en el ambiente por la deriva que ha tomado el club, que ha caído a Segunda División y aún no tiene un proyecto deportivo definido hacia Primera. Muchos vacíos de poder en la entidad y pocas voces autorizadas.

Los manifestantes leyeron un comunicado en el que pedían al presidente responsabilidades y que delegase en alguien para llevar las riendas del club. A la par, hacían un llamamiento a la afición para «empujar» en estos momentos duros. «Tenemos que llenar el estadio el próximo curso y desde aquí nos sumamos al objetivo de ser 25.000 abonados la próxima temporada porque la afición es el principal activo del Málaga CF», apuntaron.

La comitiva, que estuvo varios minutos en la céntrica plaza malagueña, partió hacia Martiricos sobre las 17.20 horas. Recorrió calle Cisneros con cánticos y vítores. Luego enfiló la Avenida de La Palmilla, siempre escoltada por fuertes medidas de seguridad.

En el trayecto hubo reparto de responsabilidades. Evidentemente Al-Thani fue el más nombrado. «Málaga somos nosotros», «Husillos, vete ya» o «¿Al-Thani, dónde está?» fueron algunos cánticos que se repitieron. También hubo reconocimiento a Martín Aguilar, el único al que la afición «salva de la quema».

Pero también hubo reproches a los jugadores. «Queremos cambiar la plantilla entera del primer equipo por la del filial», «Jugadores, mercenarios», «Esa camiseta, no la merecéis» o «Los mercenarios se tienen que marchar», entre otros. También hubo algunos más personalizados, ya escuchados con anterioridad en las gradas de La Rosaleda y dirigidos hacia varios jugadores.

La manifestación llegó a los aledaños del estadio a las 18.20 horas. Y marchó hasta la puerta de autoridades, donde se quedaron cerca. Los cánticos se sucedieron hasta poco después de arrancar el partido. Y es que la Federación de Peñas había convocado otra protesta, de manera continua a la manifestación, para que la afición no entrase en el estadio hasta la segunda mitad. Sin embargo, esa propuesta no tuvo tampoco gran acogida y tras varios minutos después de arrancar el partido, la manifestación se disolvió.

Los presidentes de varias peñas sí intentaron secundar esta propuesta, pero de hecho el malaguismo no acudió al estadio en masa y la grada registró sólo 10.064 aficionados en su despedida de Primera. Ni una pancarta, ni un reproche en la primera mitad. Silencio sepulcral.

En la segunda mitad sí entraron los aficionados de la grada de animación, que se hicieron notar. Como en la manifestación, hubo muchos cánticos contra el presidente, reiteraron la marcha de Husillos y, sobre todo, contra los jugadores. Individualizando en algunos como Miguel Torres, Juanpi o Rosales. Incluso pidieron la marcha de José González, que este sábado cumplía su último partido como entrenador del Málaga CF.

Hubo aplausos para Lestienne, En-Nesyri y el canterano debutante Juan Cruz, y sonora pitada para Ideye y Keko. Incluso el malagueño Portillo fue vitoreado.

El partido se cerró con la afición cantando a capela el himno del Málaga. Que ése sea la semilla del próximo curso, de lo que está por venir.