La radio en Marbella suena a Juan Carlos Reina. Su voz estrenó las ondas electromagnéticas de la localidad cuando España aún no conocía la democracia. Ni mucho menos fue una trayectoria fugaz. Residentes y visitantes pudieron sintonizarle hasta hace apenas unos días, superada la barrera de los 80 años. La salud nunca fue un impedimento técnico para narrar la actualidad. Hasta anteayer, fecha en la que el decano del periodismo marbellí suspendió la emisión por falta de aliento.

El gobierno municipal ya piensa en reconocer su carrera, homenajeada en más de una ocasión. «Está considerado uno de los comunicadores más importantes que ha tenido Marbella, además de ser el creador de la radio profesional en la ciudad», declaró ayer su portavoz, Félix Romero, nada más conocer la triste noticia.

El maestro Reina vivía el día a día. Lo aseguró en una de sus últimas entrevistas, concedida al periódico local La Tribuna de Marbella. Como buen profesional, sabía adaptarse a la agenda que marcaba la jornada. Ya fuera la personal o la laboral. Ambas, tan planificadas e imprevisibles.

El cementerio de la Virgen del Carmen concentró ayer a familiares y amigos del locutor, nacido el 11 de marzo de 1925. La instalación se quedó pequeña para albergar a tantos admiradores.

La información y la perfección eran lo primero para él, señalaron. Y, si la técnica le fallaba, se crecía y convertía en un auténtico «MacGyver», añaden quienes le conocieron. «Con dos hilos telefónicos, te montaba una radio», explicaban sus amigos.

Pionero

Reina supo desenvolverse en los distintos géneros, ya fuera informativo, interpretativo u opinativo. Tampoco tenía problema en mudarse de sección, ya fuera en política, sucesos o deportes. No en vano, fue el primer periodista que retransmitió los partidos del Atlético de Marbella desde el antiguo y hoy inexistente campo de fútbol Francisco Norte.

Comenzó en la emisora sindical Costa del Sol, conocida posteriormente como Radio Cadena Española y después Radio Nacional de España. Más adelante fue el director de la emisora municipal.

Defendía sus convicciones «con vehemencia», afirman sus conocidos. Sin embargo, también sabía reconocer sus errores y rectificar, añaden.

Los ojos y la voz no le bastaron para ver y contar la realidad. También probó la tinta y creó discípulos de su pluma, siempre comprometida con la historia y enamorada de Marbella.

«Los que nacemos y vivimos en Marbella, tenemos que defenderla», reivindicó en sus últimas apariciones públicas, después de observar con pena el descenso de un pueblo que él mismo vio crecer y desarrollarse como ningún otro.

Historias secretas de Marbella, Marbella, veinte años después, y Marbella, del principado al procesado fueron los títulos de las obras que firmó y que son libros de texto para quienes se inician en la tarea fiscalizadora del buen periodista.

No le preocupaba sentirse reconocido, pero sí la evolución del oficio que para él era mas que su trabajo. No ocultaba su decepción. «La profesión está mal», exclamó no hace mucho como solía hacerlo, sin prejuicios, tabúes ni medias verdades.

Quizá por ello cultivó también otras ocupaciones. Ejerció como publicista e hizo algún que otro «cameo» en el mundo cinematográfico. «Era guapo, lo sabía, pero no era vanidoso», exclamaron quienes convivieron con él.

Sus cuatro hijos tienen motivos para sentirse orgullosos. Los caminos se acaban pero las huellas prevalecen. Juan Carlos Reina dejó las suyas en los micrófonos de la ciudad de la eterna noticia, que le despedirá hoy, a las ocho de la tarde, en la Iglesia de la Encarnación.