El visitante más esperado de la Costa del Sol ya está en Marbella. El príncipe Salman Bin Abdulaziz Al-Saud, hermano del fallecido rey Fahd de Arabia Saudí, duerme desde el pasado lunes en su residencia marbellí, ubicada en plena milla de oro.

El aristócrata no viene solo. Le acompaña un séquito de más de un centenar de personas. Tampoco pasa desapercibida su estancia en la ciudad, debido al incremento de las medidas de seguridad en los alrededores de su palacio y de la mezquita.

Contratos y propinas

Muchos de los marbellíes parados empiezan a andar con su llegada, que huele a petrodólar. No en vano, se prevé que contrate a entre 50 y 100 personas para las tareas de mantenimiento de la casa o para transporte, según el presidente del Centro de Iniciativas Turísticas, Miguel Gómez.

Francisco y Antonio lo saben bien. Han trabajado durante años con la familia del rey Fahd en distintas labores. Uno de ellos fue el chófer del príncipe Salman hace 18 años. «Yo ganaba 25.000 pesetas de entonces al día, cuando al mes cobraba 8.000», recuerda. A esa cantidad, había que sumarle las propinas, siempre en dólares.

Hoy día, la cantidad se ha multiplicado al ritmo que marcan los tiempos. «El trabajo era duro, estábamos empleados una media de 14 horas diarias. Pero merecía la pena», señala Antonio.

Ambos nombres son falsos ya que ni uno ni otro piensa perder la oportunidad de volver a trabajar para tan generosa empresa. Ambos conocen tanto el palacio Mar Mar, donde se hospedaba el desaparecido Fahd, como Al-Riyad, la residencia de su hermano.

Era muy difícil verles por la mansión. «Solían dormir durante buena parte del día y salir por la noche», explicaron a este diario. Además, las estancias de los trabajadores no están mezcladas en ningún caso con la de los aristócratas, que se mantienen aislados.

Francisco quizá tuvo un acceso más cercano a ellos por trabajar en alguna ocasión como fontanero. «Tuve que entrar a los baños de los príncipes y princesas herederos».

Recuerda con impresión las riquezas que pudo ver en aquel recinto tan escatológico, en una casa cerrada a cal y canto y custodiada permanentemente por agentes de seguridad. Incluso a día de hoy para hacer una foto en plena vía pública, hay que pedirles permiso a sus guardianes.

«Era impresionante la cantidad de dinero que gastaban en teléfono», según Francisco. «Más de 400.000 euros al día», asegura aún estupefacto.

Sobre la personalidad del príncipe Salman, poco se conoce. Ni siquiera sabe mucho de él la personalidad más importante del sector turístico de la Costa del Sol, Rafael de la Fuente.

Coincidió con él en dos ocasiones. Una de ellas, fue «hace muchos años», en la celebración de la fiesta nacional de Arabia Saudí que acogió el hotel Villa Magna de Madrid, del que De la Fuente era director. «Es una persona reservada, pero su presencia me resultó muy grata», explicó mientras rememoraba con cariño aquella cita.

El viernes está previsto que acuda a rezar a la mezquita y quizá algún avispado pueda verle en su yate Shaf Of London, atracado en Puerto Banús, o en la plaza de Los Naranjos, muy temprano, tomando zumo de naranja y churros.