­Más de 800.000 enfermos padecen en España demencia senil. Se la considera, junto a la obesidad, la epidemia del siglo XXI. Por este motivo, los laboratorios farmacéuticos se encuentran inmersos en el estudio de moléculas que frenen sus avances, mientras los investigadores se esmeran en hallar una cura. Pero la realidad es que la cifra de pacientes se multiplica y que uno de cada tres mayores de 65 años va a padecer la enfermedad.

Por este motivo, el Hospital Quirón de Marbella va a poner en funcionamiento una Unidad de Demencia con la intención de atender a aquellas personas con esta problemática. Muchos llegan hasta allí perdidos sin saber qué les pasa. Otros, llevados por sus familiares. A algunos, se lo detectan los médicos en el trascurso de una consulta.

El jefe del servicio de Neurología del centro sanitario, Manio von Maravic, asegura que en su servicio, cada semana atienden a cuatro o cinco personas son sospechas de demencia senil. Por eso, el doctor alerta de que los 8 minutos que ha de dedicar un médico en la sanidad pública no sirven para detectar un problema de esta envergadura, de ahí la unidad que ahora nace en Quirón.

«Queremos desarrollar un servicio integral de la demencia, darles tiempo y que los atiendan distintos expertos: neurólogos, psicólogos, un internista. Casi todos sufren de otras enfermedades», señala. Por eso, el neurólogo asegura que se va a ofrecer a los pacientes la opción del diagnóstico y del acompañamiento. También van a dar la posibilidad de hacer estudios de biomarcadores para ver qué ha fallado.

El problema es la confusión que existe en torno a la enfermedad. «Demencia es todo, significa la pérdida de la función del cerebro, del manejo de nuestra vida diaria», señala el especialista. Por eso, se puede clasificar en varios subgrupos, aunque los más significativos son los que tienen qué ver con el alzheimer y las sintomáticas por problemas vasculares.

A diferencia de otras enfermedades, la demencia apenas se percibe por el propio afectado. Al principio es consciente, pero lo niega, y poco a poco va dejando de serlo. «Empiezan con olvidos, depresión, reacciones paranoicas y se retiran de la vida social», explica el neurólogo, que destaca que se trata de un problema que afecta a todo su entorno. «Por eso queremos prestar ayuda a la familia y ser un centro de referencia de la demencia».

Von Maravic afirma que llegado un punto los pacientes dejan de sufrir pues se olvidan de la enfermedad. «Son felices en su pequeño mundo, el sufrimiento real es de sus allegados», añade. La mayoría se frustra y acaba en depresión a causa de la nueva situación.

Los niveles de afectación que produce son progresivos y de momento la medicación es capaz de identificar el proceso, pero no de frenarlo o revertirlo. «Esa es la gran esperanza de la medicina», dice. Así, alerta de que el envejecimiento de la población es el problema más grande de la medicina. «Peor que el cáncer», alerta. El otro gran problema es quién cuidará de estas personas, pues requieren de una dedicación de 24 horas al día. «Pero en ningún sitio se está preparado, es un gravísimo problema social que hay que afrontar», dice.