El turismo residencial despega. Después de más de un lustro de ensombrecimiento, con reformas, contrarreformas y hasta largas resacas de corrupción, el que fuera el timonel indiscutible de la economía de la provincia vuelve a recuperar parte de su antigua fortaleza. Especialmente, en el llamado triángulo de oro de la inversión -Marbella, Benahavís y Estepona-, donde los números, alentados por el buen momento que atraviesa el sector, retornan poco a poco al panorama que precedió a la crisis y al traumático estallido de la burbuja.

Según los datos que maneja la Asociación de Constructores y Promotores (ACP), el área de mayor demanda ya puede jactarse de haber dejado atrás la parte más fea de la depresión económica. Aunque los precios todavía no llegan a las cotas de hace una década, el ritmo de crecimiento se presume por fin similar al de 2007. Y, además, con una pauta más sosegada, sin los acelerones y repliegues abruptos que marcaron el funcionamiento de muchos municipios de la costa en la cresta del denominado boom del cemento.

Marbella, punta de lanza del sector, es la mejor evidencia de los nuevos tiempos. De acuerdo con los empresarios, el volumen de negocio experimenta un repunte sostenido. Y desde la segunda mitad de 2013, con la misma cifra media de compraventa de viviendas y apartamentos que rutilaba hace ocho años. La ciudad ha vuelto a computar el millar de operaciones por trimestre que sostenía su vuelo con anterioridad al desplome. El crecimiento, en este caso, es mucho más que una simple acumulación de brotes verdes. Y más si se tiene en cuenta la profundidad del desplome -en 2008, por ejemplo, se computó un promedio cercano a la mitad, de alrededor de medio millar de viviendas-.

Como ya ocurriera durante buena parte de la etapa de recuperación del turismo vacacional, el regreso a la actividad tiene también en este sector un claro protagonista: la demanda extranjera. La documentación de la ACP avala en este sentido la sensación que desde hace meses se acumula en las notarías e inmobiliarias de la Costa del Sol. En apenas ocho años la cuota de mercado de la inversión internacional ha pasado en Marbella de representar el 25 por ciento del total a más del 60 -en la capital, en cambio, la cifra no llega al 15 sobre cien-. De la tendencia del negocio se pueden extraer dos lecturas contrastadas y manifiestas: que la provincia vuelve a despertar interés y que los españoles, todavía rezagados en la recuperación, no acaban de recobrar el pulso y animarse a la compraventa.

La demanda, en suma, ha cambiado mucho en todo este tiempo. Ricardo Arranz, presidente de la Federación Andaluza de Urbanizadores y Turismo Residencial, alude a un comprador que ya no busca adaptarse al caos legislativo y prioriza, sobre todo, la claridad y estabilidad en las reglas del juego. Por otro lado, los fondos de inversión han entrado en escena. Y también nuevos productos situados a mitad de camino entre la propiedad y el alojamiento.

Violeta Aragón, secretaria general de la ACP, hace, en cualquier caso, una interpretación general fundamentada de los movimientos del sector en Marbella. Desde 2013, el inicio del cambio, se compran más pisos, y por lo general, de mayores dimensiones y a precios menos rebajados. El metro cuadrado en la ciudad del glamour, si bien todavía lejos de los hitos del boom, parece haberse estabilizado en torno a los 2.000 euros. O dicho de otra forma, la caída, también en este aspecto, se ha frenado. El lujo regresa a su capital de la costa.