Que Westley Capper fuera localizado y detenido por la Policía Local de Marbella en un bar poco después de que presuntamente atropellara mortalmente a una mujer no fue fruto de su indiferencia. Esto es al menos lo que sospechan los investigadores, que no descartan que el británico improvisara ese plan para intentar alterar las pruebas de alcoholemia a las que imaginaba que iba a ser sometido una vez localizado. Según fuentes cercanas al caso, tras semejante accidente que presenciaron varios testigos, Capper fue consciente de que iba a ser identificado más pronto que tarde. «Es un hombre muy listo y creemos que huyó a un bar para tratar de corromper las pruebas que se le iban a practicar, pero no le dio tiempo de beber mucho desde el atropello porque la localización fue muy rápida», aseguró ayer una fuente de la investigación a Efe.

Aunque el detenido dio positivo en el test, los policías que instruyeron las diligencias temen que el británico argumente que su estado se debía a la copa que tomó en ese establecimiento y no antes del siniestro. A su favor, en cambio, los agentes cuentan la elevada tasa de alcoholemia que el conductor arrojó en el momento de la prueba, apuntaron las fuentes. Tal y como adelantó el martes La Opinión de Málaga La Opinión de Málaga, Capper, que es hijo de un conocido multimillonario británico asentado en Marbella, ingresó en prisión tras ser acusado de homicidio imprudente, conducción bajo los efectos del alcohol y drogas, omisión del deber de socorro y falsedad documental.

A esta lista de cargos hay que sumar el de detención ilegal agravada por el que él y su acompañante y amigo durante el atropello Craig Porter han sido procesados por el Juzgado de Instrucción número 5 de Estepona por su presunta implicación en la desaparición de Agnese Klavina, noticia que también adelantó este diario hace unas semanas.

La joven letona, a la que los investigadores dan por muerta, fue vista por última vez la madrugada del 6 de septiembre de 2014, cuando una cámara de seguridad registró el momento en el que Capper y Porter, con la ayuda de un empleado de la discoteca Aqwa Mist, introducen a la chica en el coche del primero sin su pleno consentimiento.