­El ingeniero de Minas Plácido García defiende la puesta en valor del patrimonio industrial con la incorporación de los restos de la ferrería de La Concepción, localizados en la carretera de Istán, como recurso turístico, industria que incorporó los primeros «hornos civiles» del país.

El experto participó el pasado jueves en las Jornadas de Patrimonio Histórico que organiza el Ayuntamiento con la ponencia «La siderurgia malagueña y la Revolución Industrial. Relevancia de la ferrería de La Concepción», que tuvo lugar en el Cortijo Miraflores, donde quiso divulgar el valor testimonial de esos vestigios y su papel en la industria siderúrgica malagueña del siglo XIX.

García explicó que de los restos industriales se conserva uno de los hornos «en muy buen estado», ya que se encuentran en una finca privada, La Concepción, donde reciben cuidado, aunque alertó de la vegetación que invade la antigua fábrica de hierro. «El peligro y la amenaza que tienen esos restos, a parte del olvido del gran público, es la venganza de los bosques».

Asimismo, señaló que la antigua fábrica de hierro carece de una figura de protección legal, y aunque remarcó que «no es fundamental», indicó que podría introducirse en el catálogo de Bienes de Interés Cultural (BIC) de la Junta, así como someterse a investigación por parte de la Universidad de Málaga.

El experto recordó que en la ferrería de La Concepción «se quemaron millones de pinos bravíos de la sierra de los montes de Marbella» para hacer carbón vegetal, una experiencia empresarial que vino de la mano de un grupo de industriales liderado por el empresario malagueño Manuel Agustín Heredia, junto con el capitán de artillería y experto metalúrgico Francisco Antonio Elorza.

García apuntó que este grupo se dedicaba a la exportación de vinos y aceites, para lo que decidieron crear una ferrería con el fin de fabricar sus propios toneles. La cercanía de la Mina del Peñoncillo de Ojén y la energía hidráulica que proporcionaba Río Verde fueron los elementos decisivos para implantar la industria en Marbella, que tras problemas técnicos iniciales, los inversores compraron en Inglaterra «un horno alto con la tecnología del momento», que fue complementado con «otros hornos auxiliares en Málaga, en la playa de San Andrés, con otra ferrería que se llamó La Constancia».

«Esa iniciativa empresarial puso a disposición de todo el mercado nacional español de entonces, de la España del siglo XIX, hierro y acero, dos materiales muy importantes todavía hoy día en el desarrollo de cualquier sociedad».

La ferrería de La Concepción, que desarrolló su actividad de 1832 hasta 1880, contó según el ingeniero de minas con «dos unidades productivas y fue capaz de cambiar la forma de cómo se hacían el hierro y el acero hasta entonces en España, en pequeñas ferrería dispersas por todo el territorio nacional».