El sacerdote Francisco Echamendi falleció este miércoles a los 87 años tras sufrir un ictus en su vivienda. El cura será recordado por su bondad y su trabajo desarrollado a lo largo de tres décadas en la iglesia Nuestra Señora de la Encarnación de Marbella, ciudad a la que llegó en noviembre de 1975 y de la que fue nombrado Hijo Adoptivo.

La capilla ardiente se instaló en la capilla San Juan de Dios. Hoy, a las 9 horas, su cuerpo será trasladado a la iglesia de la Encarnación donde tendrá lugar el funeral, al que asistirán autoridades eclesiásticas, políticas y sociales. Después de la ceremonia religiosa sus restos mortales serán trasladados para su incineración, según destacó el parroquiano y amigo del fallecido Antonio Luna.

«Un párroco es como un padre€, él siempre ha estado en su sitio, ha estado pendiente de nosotros, ha sido nuestro amigo pero ha sido nuestro párroco y cuando dejó de ser párroco siguió siendo un cura que estaba muy cerca de nosotros», recordaba Antonio Luna.

Natural de Pamplona y procedente de una familia cristiana, Echamendi comenzó sus estudios en el seminario pamplonica y los finalizó en el de Málaga, donde comenzó su trayectoria en la década de los 50 en pueblos como Arriate, Guaro o Tolox, por donde «se movía con una Vespa y con sotana», según recordó Luna, quien destacó que Echamendi fue asimismo la mano derecha del periodista y cardenal Ángel Herrera Oria.

Pasó a dirigir la Fundación Juan XXIII en Madrid, el Colegio Mayor y la Universidad de Periodismo, por lo que se licenció en esta disciplina en los años sesenta. «En un momento dado, se da cuenta de que lo que quería es ser cura de pueblo para estar cerca de las personas normales y corrientes».

Es así como su amigo cuenta que pidió su traslado, estando vacantes las parroquias del Espíritu Santo en El Palo (Málaga) y la de Marbella, y recaló en la ciudad costasoleña. Con «su carácter navarro- vasco€ fuerte, un poco antipático aparentemente, consiguió hacerse querer porque era un hombre recto y justo, y trataba a todo el mundo bien, por lo que todo el mundo lo fue queriendo y se convirtió en imprescindible».

El cura de la Encarnación, José López, recuerda a su antecesor como «un referente en la ciudad de Marbella. Hoy se va un sacerdote, un marbellero de adopción. Ha sido y es un buen hombre. Uno desde la fe y desde la esperanza sabemos que hoy el Señor le premia por el bien que ha hecho».

Por su parte, el alcalde de Marbella, José Bernal, mostró sus condolencias por el fallecimiento y destacó la «calidad humana de una persona entrañable y muy querida por los marbellíes, tanto es así que cuenta con una calle en su honor en el municipio, así como con un colegio diocesano con su nombre».

El Ayuntamiento ha decretado dos días de luto oficial al tratarse del fallecimiento de un Hijo Adoptivo de Marbella, por lo que las banderas del Ayuntamiento ondearán a media asta durante dos días.