La plataforma ciudadana «La plaza es nuestra-Marbella» se muestra descontenta ante la nueva distribución de la plaza de los Naranjos, ya que considera que la zona libre de ocupación ha quedado aislada y sin accesos principales frente a la petición de dejar el enchinado sin mesas y sillas de bares y restaurantes, según destacó su portavoz, José Antonio Iranzo, mientras que los hosteleros lamentan la pérdida de metros para instalar sus terrazas.

El portavoz de la plataforma destacó que la nueva distribución no cumple con la ordenanza municipal, que establece que no se puede ocupar más del 50% de la superficie, y denunció que «ha quedado libre un tercio y en los dos laterales se ha hecho un tapón, en la plaza no se puede pasear y hay unas entradas laterales perpendiculares, que son las únicas que se han quedado libres».

«Entendemos que no es la solución porque no se compatibiliza el uso industrial de los restaurantes con la utilización del pueblo», destacó Iranzo, quien lamentó que se sigue manteniendo una ocupación alta de la plaza al estar «el perímetro súper ocupado» y no estar libre para pasear de una zona a otra del enchinado.

Iranzo añadió que miembros de la plataforma se personarán en el Ayuntamiento para solicitar información sobre las licencias autorizadas, además de continuar recogiendo firmas, y matizó que el colectivo no está en contra de los restaurantes, sino de limitar la superficie.

Improvisación

La medida tampoco contenta a los hosteleros, que consideran la nueva distribución como fruto de la «improvisación» después de cinco meses sin que les permitieran ocupar la plaza. «Está muy mal hecho, no han tenido en consideración cerrar absolutamente al 98% el acceso este».

«Está cerrado, nadie puede pasar por ahí», lamenta Paco López, de la cafetería Los Naranjos. El hostelero ha perdido cinco mesas en el enchinado y ahora las tiene que ubicar en el perímetro «tapando el acceso de esa parte hacia el interior y quedando un pasillo minúsculo».

Esto dificulta el acceso a las mesas instaladas en el pavimento recientemente renovado en la parte este a personas con movilidad reducida, según Antonio Sánchez, propietario del restaurante Los Naranjos, quien considera la solución como «una chapuza hecha por personas que no entienden de hostelería», a lo que sumó la confusión de los clientes a la hora de ver las cartas de los restaurantes, ya que las ubicaciones no coinciden con las fachadas.

De la misma opinión es la propietaria del restaurante Mena, Carmen Morales, quien critica que haya restaurantes con mesas en la plaza ubicados en las calles aledañas, lo que va a generar conflicto entre los hosteleros, dijo.

Una sensación similar hay en los negocios de la parte oeste, aunque han llegado a un acuerdo para dejar dos pasillos entre las mesas del enchinado para facilitar el paso, comentó Antonio García, camarero del bar Ciaboga, quien resaltó que a pesar de haber perdido siete mesas, asumen la medida. Peor suerte ha corrido el Café Central, que ayer despidió a cuatro empleados tras perder 12 mesas.

El concejal de Comercio, Manuel Morales, manifestó hace dos días que van a esperar a ver cómo se desarrolla la nueva distribución pero dejan la puerta abierta a intentar buscar otra alternativa.