La Audiencia Nacional ha decidido solicitar al Gobierno español la extradición del exedil andalucista de Marbella, Carlos Fernández, fugado hace diez años en el marco de la operación Malaya. El exedil se ha escondido durante una década larga en Argentina y allí espera su repatriación a España.

Su hermano y abogado asegura que todos los delitos han prescrito y que su hermano es inocente, pero la Audiencia asume las tesis de la Fiscalía Anticorrupción y considera que no han prescrito los ilícitos de malversación y falsedad en documento público, de los que está acusado por el caso Saqueo 2.

La acusación pública pidió el 20 de septiembre la extradición del exconcejal para su enjuiciamiento en el marco de esa trama de corrupción municipal por la que se despatrimonializó el Consistorio marbellí con la cesión de dinero público a las sociedades creadas por el GIL.

Carlos Fernández ha pasado casi once años escondido en Argentina después de huir por el caso Malaya, una vez que el Juzgado de Instrucción número 5 de Marbella lo llamó para que compareciera ante el magistrado Miguel Ángel Torres. En ese momento hacía el Camino de Santiago junto a su hermano y ahora abogado, Antonio Fernández, y abandonó el país pasando a Portugal, para tomar después un avión que hizo escala en Argentina y tomó tierra en Ezeiza.

Su letrado mantiene que tanto Saqueo 2 como otras causas (tiene una decena pendientes) han prescrito, por lo que no es posible pedirle responsabilidad por esos asuntos. No en vano, recientemente un juzgado de Marbella declaró prescritos los delitos de una de esas causas. Además, el abogado señala que Carlos Fernández es inocente de todos los cargos.

En Argentina, se ha casado y tiene dos hijos, se operó la nariz, según su hermano, por un problema severo de alergia, y se ha dedicado profesionalmente al coaching, de forma que ha asesorado a políticos, empresarios y deportistas; incluso, participó en un programa de radio, aunque nunca salió en televisión, aplicando una política de exposición controlada: ni se mostraba mucho ni se escondía, aunque su esposa supo en todo momento quién era. Su círculo íntimo, sin embargo, no.

En abril, comenzó a filtrar información de su situación, la policía argentina lo vigiló y lo detuvo hace dos semanas, de forma que ahora está a la espera de que se consume la extradición en una cárcel de la provincia de San Juan.

Su hermano mantiene que la precaución principal fue cambiar la primera letra de su apellido, la efe, por una hache, de forma que pasó a llamarse Carlos Hernández, aunque mantuvo siempre su documentación original. En unas semanas, se conocerá el desenlace de este caso.