Hace 14 años, cuando Porsche lanzó al mercado su Cayenne, el griterío y la protesta fue sonada. Eso no era un Porsche de verdad, qué buscaba semejante coloso en el portfolio era el lamento más común. Hoy se sabe que la decisión fue totalmente oportuna. Ya nadie duda de que el Cayenne sea un auténtico Porsche, sobre todo, cuando son los responsables de gran parte de la facturación.

Por fin, Jaguar también ha tomado la decisión de brindarle a sus clientes un SUV. Y nadie se queja de ello. ¿Por qué iba Jaguar cederle todo el territorio a su hermano de Land Rover? F-Pace se llama el primero de la saga. Por supuesto, las manos de Solihull han participado y el F-Pace también ha tenido que probarse en uno de los circuitos de pruebas más temidos sobre el planeta: el que regenta Land Rover en Eastnore Castle en Inglaterra. Una prueba superada con creces. No en vano, el F-Pace puntúa con una libertad entre el suelo de 21,5 centímetros.

En todo caso, sería muy de extrañar que los compradores de un F-Pace se adentren en terreno off road. Estarán más preocupados por la oferta de espacio interior, la altura de los asientos, la tracción 4x4 y, quizá, la nada despreciable capacidad del F-Pace para tirar y anclarse a sus espaldas unas 2,4 toneladas. En definitiva, todos los atributos que hacen que la cuota de los SUV ronde ya el 20 por ciento.

Ya está disponible en Málaga y la demanda es elevada. El modelo básico, con cambio manual, tiene que conformarse con tracción trasera y monta una máquina turbodiésel de 2 litros con 180 caballos. Para ello, seduce, sin embargo, con un precio realmente atractivo que supera muy levemente los 40.000 euros. Un tracción 4x4 cuesta aquí unos 2.600 euros extra. Los demás modelos ya vienen respaldados por el All Wheel Drive. Por recomendar un modelo, uno barrunta que la mayoría de clientes optarán por el V6-Biturbodiésel (3,0 litros) que ofrece la nada despreciable potencia de 300 caballos. El cambio automático lo brinda aquí la calidad atesorada de ZF-Sachs. Aquí, sin embargo, ya superamos de sobra los 55.000 euros y solo contamos con los extras que brinda la versión básica de Pure. Como todas las marcas, en forma de señuelo, hay extras por un valor de más de 17.000 euros. Jaguar no se deja nada en el tintero.

El F-Pace, a pesar de su tamaño, tiene genes deportivos. De eso no hay duda. La tracción trasera domina y las ruedas delanteras sólo entran en acción cuando se requiere. El reparto de fuerzas se hace de manera electrónica. Los frenos son de primerísima calidad, también cuando se apretaban con fuerza y tampoco dan signos de cansancio.

El consumo de 8,5 litros por 100 kilómetros es de resaltar. A pesar del uso de aluminio, con una longitud de 4,73 metros, no deja de ser un coche grande y pesado. Pero aquí radica también su fuerza. cinco personas entran sin problemas y, también, en la parte trasera existe suficiente libertad de piernas. La entrada se hace de manera cómoda. Una vez acostumbrado a no tener que agachar la espina, se hace difícil pensar en una vuelta atrás.

El maletero es otro de los fuertes del F-Pace. Con capacidad para 650 litros, abre y cierra de manera eléctrica. El ruido del motor es extraño y algo ruidoso pero funciona sin problemas. El interior convence casi siempre con una calidad y todo está bien trabajado. Sin embargo, a veces, el uso del plástico resulta abusivo. En la línea Prestige, el cuero viene de serie. Los marcadores son digitales en su totalidad. Sin el motor arrancado, la visión es de una pantalla negra a la que cuesta acostumbrarse. El sistema de infotainment convence. Con manejabilidad táctil, Jaguar ha decidido por fin que también quiere moverse en la primera liga. Diversas aplicaciones del móvil se pueden trasladar directamente a la imponente pantalla que luce de forma central. Jaguar reniega para esto de Apple CarPlay o AndroidAuto y utiliza directamente un sistema desarrollado de forma conjunta con Bosch.

Entonces, queda la pregunta final ¿Es el F-Pace un Jaguar? Sí, claro. Una marca debe de tener el derecho de seguir desarrollándose.