Lexus. ¿Eso no es la marca de lujo que lleva años intentando acercarse en Europa a Audi, BMW o Mercedes? Puede que una simplificación de tal calibre hasta tenga algo de verdad cuando se aplica algunos modelos de la marca de alta gama que pertenece a Toyota. Tan sensatos y prudentes y, por encima de todo, enamorados de la propulsión híbrida. Nada con verdadera capacidad para acelerar el pulso. Al menos, hasta ahora. Porque ahora está el Lexus LC 500. La última apuesta de la marca japonesa que viene a cambiar todos los paradigmas y que ha estado estos días a disposición de los clientes en las instalaciones de Lexus Málaga. El serial de atributos que se nos vienen a la cabeza es variado, pero todos van en la misma dirección: mirada asesina, fuerza desmesurada, presentación brutal, captador de miradas, duro como una piedra. En general, desesperadamente irrazonable. Y aquí es donde reside toda la fuerza del LC 500. A su lado, un BMW Serie 6 o una clase S de dos puertas se asemejan a vehículos formales y aburguesados.

Una primera exploración visual revela un diseño afilado como un cuchillo que se extiende en una longitud aproximada de 4,7 metros. El diseño, desde su primera aparición en el salón del automóvil de Detroit, allá por 2012, apenas ha variado. Gran Turismo en todos sus sentidos. El LC 500 lo lleva escrito en la frente y se adentra en la noche a través de sus dos faros delanteros. Dos ojos LED tan fogosos como la parte delantera del LC 500, dominada por un radiador que se asemeja a una boca hambrienta dispuesta a devorar lo que se le pone por delante. Los faros traseros se dibujan en unas líneas cuasi eternas. Y este Lexus tiene una parte trasera. ¡Qué parte trasera! Tan ancha y tan provocadora como un dedo corazón estirado.

La principal razón de todo reside en su maravillosa maquinaria. Un motor V8 de 5 litros que está esperando a que el conductor dé rienda suelta a los 477 caballos que es capaz de proporcionar al conductor. La melodía de viento está más que garantizada. Las sensaciones son tan placenteros como las ganas que tiene uno de maldecir a todos los radares que pueblan las carreteras de la provincia de Málaga. Por debajo de las 4.000 revoluciones, el LC 500 casi se comporta de manera formal. Sólo hay que darle un poco de alegría al pedal para que empiece el espectáculo. Un bufido atronador acompaña cuando los más de 500 NM con la misma falta de compromiso de un rifle automático. De 0 a 100 km/h en 4 segundos y gracias al cambio automático de 10 marchas que funciona como la seda. Los desarrolladores de Lexus han decidido poner el freno en los 270 km/h, aunque queda claro que el Lexus LC 500 también podría ir llegar a los 300 km/h.

Tan agresivo es el exterior, como lujoso se antoja el interior. Uno se pregunta en qué momento alguien decidió que en el catálogo había que poner que el espacio se distribuye en 2+2 plazas. La parte trasera, siendo optimista, da para que un recién nacido encuentre cobijo y de aquella manera. El LC 500, en la práctica, es un auténtico biplaza y es lo que le sienta bien. El volumen del maletero garantiza espacio para lo justo que requiere una escapada de un fin de semana y poco más. Conductor y copilto, sin embargo, podrán disfrutar de proporciones aireadas y en este punto el LC 500 se parece más a una berlina de lujo que a un clásico Gran Turismo.

Para hacer kilómetros por doquier, conviene entrar en el modo confort y dejar atrás las variables del Sport o Sport+. El LC 500 se hace más suave y se desliza por la carretera. Tan fascinante como resulta el LC 500, como opuesto se presenta a toda la imagen que engloba Lexus hasta ahora. Casi como una oveja negra dentro del rebaño híbrido. Para salvaguardar la corrección política, Lexus también ofrece el LC 500h. Un motor V6 con 299 caballos, equipado con una batería de litio. Puede que ni se note tanto y que la aceleración siga siendo la misma. Pero en un coche tan expresivo, lo híbrido es como quitarle sangre a la bestia. El aspecto negativo, por decirlo así, tenía que venir en el precio. En su versión híbrida, la puerta se abre a partir de los 120.000 euros y para el V8 hay que poner sobre la mesa unos 140.000 euros. Lo que cuesta un piso dirán algunos. Pues sí, pero pocas viviendas podrán acelerar el pulso por este precio como lo hace este endiablado japonés. Los interesados en esta katana sobre cuatro ruedas, se pueden pasar por Lexus Málaga y Lexus Marbella.