Con el interés puesto más en José Monge que en Camarón, el escritor y letrista Carlos Lencero perfila la poco conocida personalidad del artista en el libro `Sobre Camarón. La leyenda del cantaor solitario´, publicado por Alba Editorial.

-Se han escrito numerosos libros sobre Camarón, ¿qué aporta el suyo?

-A mí me interesaba Camarón como persona, porque creo que ha sido un gran desconocido; la gente ha podido tener una idea equivocada sobre él. Yo siempre he mantenido que fue mejor persona que cantaor, y eso que fue un gran cantaor. En este libro, a través de anécdotas triviales e insignificantes, he querido retratar su forma de ser; en la soledad en la que en el fondo vivía este hombre.

-¿Cómo asimiló el cantaor el verse convertido en un ídolo?

-Camarón no era muy fuerte psicológicamente. Físicamente, pese a aparentar cierta endeblez, Camarón era de acero. Pero el peso del mito colaboró en la aceleración de su desaparición prematura, y sobre todo porque no se encontraba bien en ese rol. Su sueño era muy sencillo: retirarse al campo, con dos cabras y dos "cacharritos de grabar", como él decía, y sentarse con la vara a escuchar flamenco.

-¿Es cierto que acaparaba la atención allí por donde iba?

-Desde que se rompió la nariz, él decía que se parecía cada vez más a los monos de `El planeta de los simios´, pero sí es cierto ese magnetismo. Tomatito contaba que, en Nueva York, los negros de Harlem, que iban con botines naranjas y camisetas moradas, al verlo se quedaban perplejos. Pero también tenía esa atracción en los escenarios: cuando salía, sin haber empezado a cantar, la gente le aplaudía.

-¿Camarón era consciente de la revolución flamenca que inició?

-Sin duda. José era un hombre muy listo y tenía mucha sensibilidad. También jugaba a dar un paso adelante y otro atrás. Cuando salió `La leyenda del tiempo´, que para mí es el disco más revolucionario que se ha hecho, todo el mundo se echó las manos a la cabeza. Incluso los mismo gitanos pedían en las tiendas la devolución del dinero. Pero en ningún momento se acobardó, y al final tuvieron que darle la razón. Él sabía que un torpedo suyo había tocado la línea de flotación del flamenco y que ya nada volvería a ser igual.

-¿Qué espera no ver en las películas que se ruedan sobre Camarón?

-Espero no ver la necrofilia que he visto en un libro reciente aparecido sobre él y que detalla al minuto su agonía y muerte. Creo que eso pertenece a la intimidad de las personas.

Jesús Zotano. Málaga