El tapón de plástico, que últimamente está siendo utilizando por muchos bodegueros españoles para sellar sus botellas, mantiene en jaque a los productores de corcho de la Serranía de Ronda, que han visto cómo las ventas han descendido considerablemente durante estos años, por una ´moda´ que nació en los viñedos de California y Australia y que aquí, sin saberse cómo ni por qué, hemos introducido.

La mayor parte de las explotaciones de alcornoque que hay en la Serranía son propiedad de los ayuntamientos de la comarca, principalmente de Ronda, Cortes de la Frontera y Gaucín, que conseguían pingües beneficios para sus arcas municipales, hasta que empezó el declive.

"Aún no hemos vendido el corcho de la temporada de 2009, que sigue en los árboles, y la cosa pinta igual para este año", indica Francisco Ruiz, el alcalde de Gaucín, que de esta forma ha dejado de ingresar en sus cuentas públicas cerca de 200.000 euros por la venta de esta materia prima. "Para un Ayuntamiento con pocos recursos como éste, la situación supone toda una catástrofe", puntualizó.

El Ayuntamiento de Ronda sacó a concurso el pasado verano la producción de la campaña, pero quedó desierta. Ninguna de las empresas catalanas y portuguesas que otros años acuden a la subasta se presentaron, por lo que las autoridades locales tuvieron que negociar, eso sí a la baja, con una firma corchera la venta del producto. Cuando en otras ediciones se han llegado a recaudar hasta 700.000 euros, en esta edición se han tenido que conformar con 500.000 euros y, eso, con la suerte de haber ´colocado´ el corcho.

A juicio del concejal de Agricultura, Antonio Aranda, el descenso en la demanda de esta materia, más que por la introducción en el mercado de los tapones de corcho, se debe a que se vende menos vino. "La crisis ha hecho que hasta se beban menos", matizó.

Pero la aparición de los tapones de plástico ha generado hasta una polémica en la zona, ya que mientras que la mayoría los rechazan a ultranza, hay quienes los que los aceptan.

Fernando Angulo, un joven especialista en vinos que dirige en Ronda la empresa ´Enopateca.com´, es un claro enemigo del corcho, ya que según asegura, contiene un hongo llamado ´tricloranisol (TCA)´, que puede alterar la composición y contaminar los caldos; "mata el sabor", añadió.

No obstante es más partidario de utilizar tapones metálicos de rosca para las botellas, ya que los últimos estudios que se han publicado "también apuntan a que los de plástico perjudican y afectan la naturaleza del vino; en muchos casos le dan un sabor a petróleo".

Sobre los sumilleres que afirman que el corcho hace que los caldos respiren, Angulo responde que en España, el 90 por cieno de los vinos que se venden son jóvenes y que únicamente un 10 por ciento se destinan a reserva (que es a la producción a la que le podría venir bien la corteza del alcornoque).

Finalmente, este técnico apunta una cuarta posibilidad: los tapones de cristal, que ahora también están siendo muy utilizados y que no tienen ningún efecto negativo para los tintos y blancos.

Por contra, el concejal de Agricultura rondeño mantiene con total seguridad que los "tintos de prestigio, todos, van con corcho, lo que le confiere un sabor natural y una máxima calidad de conservación".

Este mismo argumento lo comparten Isidoro Morillas, propietario de la bodega Viloria de Ronda, y Jesús Nieto, el técnico de la instalación. Ambos consideran que el corcho siempre será mejor que el plástico, "por el simple hecho de que uno es natural y el otro sintético". Aseguran que la piel de los alcornoques hace que el vino envejezca con garantía, manteniendo su cuerpo, sabor y calidad. De hecho las 22 bodegas que funcionan en la comarca, en las que el 75 por ciento de sus vinos son de crianza, todas utilizan la materia prima serrana.

"Lo que tendríamos que hacer aquí es quedarnos con toda la producción de corcho, para trasformarla en tapones para nuestros vinos, en lugar de tener que comprarlos fuera", decía Morillas.

Pero mientras se mantiene este debate, el Parque Natural de los Alcornocales, uno de los grandes desconocidos de la provincia de Málaga, sigue esperando a los hacheros para saquen de sus entrañas su mayor tesoro: el bronceado, limpio y puro corcho de sus centenarios árboles.