Suele decirse con frecuencia que los malos ratos vienen solos. Pero, en ocasiones, como en el de esta familia de Fuengirola, la vida se empeña en demostrar que, además, no nos dejan ni un segundo de respiro.

Leila Martínez Oulad, de ocho años y vecina del popular barrio de El Boquetillo de Fuengirola, sufrió uno de esos desgraciados reveses. "Se levantó, desayunó y, al terminar de comer, sintió como no podía cerrar las manos", relata su abuela, Margarita Rodríguez. "No es una niña nada exagerada, así que su padre la llevó enseguida a urgencias", continúa.

Tras un primer examen en el ambulatorio de Las Lagunas, los profesionales decidieron trasladarla al hospital Costa del Sol de Marbella donde los especialistas médicos le diagnosticaron una mielitis trasversa aguda. Se trata de un trastorno neurológico que consiste en la inflamación de la médula espinal y que en el caso de Leila dejó paralizado su cuerpo de cuello para abajo en cuestión de media hora, "el tiempo que tardó mi hijo en llevarla de Las Lagunas al hospital", apunta el abuelo de la niña, Lucas Ramírez.

Gracias al acierto de los médicos en el diagnóstico y en la terapia de choque en Marbella, Leila se estabilizó, aunque eso sí, quedó parapléjica y tuvo que ser traslada a la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Materno Infantil de Málaga que, poco después, "precisamente el día de su cumpleaños, el 30 de abril", apunta su abuela, abandonó para ingresar en el hospital Virgen de la Salud de Toledo. Allí, en la capital manchega, los médicos la mantienen con respiración artificial a la espera de que Leila pueda hacerlo por sí misma para ingresar en el hospital nacional de Parapléjicos de dicha ciudad.

Esperanza. En el doloroso recorrido por los hospitales le acompañó en todo momento su padre, que, para más ´inri´, lleva en paro desde hace poco más de un año y cuya familia vive una situación económica precaria. En la misma situación laboral se encontraba su mujer quien, precisamente, hoy se incorpora a un nuevo trabajo.

"Ella está destrozada", comenta Margarita sobre su nuera, y que junto con su marido, cuidarán de la otra hija de la pareja, de cinco años, mientras su hijo está en Toledo y su nuera trabaja para llevar dinero a la casa. "Todos estamos haciendo de tripas corazón para salir adelante, confiamos mucho en los médicos", explica emocionada.

No en vano, la familia ya pasó por algo similar cuando Lucas sufrió un percance que a punto estuvo de costarle la vida. "Mi pancreas estaba en muy mal estado y los médicos me daban por muerto. Pero la fuerza de querer ver a mis nietas y el buen hacer de los médicos me devolvieron la vida", apunta Lucas Ramírez, quien se aferra a la esperanza de que su nieta pueda volver a andar algún día.

De hecho, y aunque no les quieren dar falsas esperanzas, los especialistas opinan que la niña podría recuperar la movilidad con una buena rehabilitación. "No pretendemos dar lástima, no pedimos nada para ella, que está bien atendida. Sin embargo, su padre pasa las noches durmiendo en un saco de dormir en el hospital y sin dinero para poder comer y vivir decentemente y para éso sí reclamamos ayuda", dice Margarita.

La familia hace un llamamiento a quien buenamente les pueda ayudar para que la niña pueda tener la compañía de su padre.