Marbella esconde a una auténtica empresa en su mapa local. Una iniciativa que nació del trabajo manual a pocos kilómetros de la actual Plaza de Los Naranjos y que ha llegado a convertirse en un referente turístico, sombreado por la fama de la marca internacional en la que se ha convertido el nombre del municipio.

El núcleo poblacional de San Pedro Alcántara puede considerarse un verdadero proyecto económico que cumple, este 2010, 150 años de historia. El emprendedor fue un aristócrata inquieto. Político conservador y empresario innovador pero militar «ante todo», explicó a este periódico el historiador José Luis Casado.

Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen nació el 3 de abril de 1808 en Argentina. Llegó a España en1820, en calidad de cadete de la Guardia Real, y en 1847 adquirió su título nobiliario. La reina Isabel II le nombró entonces Marqués del Duero por sus méritos militares y diplomáticos.

Participó activamente en la política del país. «Presidió el Senado durante cinco años, en el periodo más estable del convulso siglo XIX», señaló Casado. Gutiérrez de la Concha no tenía fortuna. Pero la que se convirtió en su esposa, si. Francisca de Paula Tovar era de familia noble, marquesa de Revilla y condesa de Cancelada, entre otros títulos. Ella aportó el capital. Él, el ingenio.

La señora contaba con un gran número de haciendas. Entre ellas, fincas en las afueras de Málaga. La preferida por su marido fue la situada entre los ríos Verde y Guadalmansa, repartida en las actuales Benahavís, Estepona y Marbella. En este zona, el marqués del Duero llegó a adquirir 5.000 hectáreas de terreno.

El cultivo de la caña de azúcar estaba de moda en el momento y este era un lugar idóneo para desarrollarlo. Una zona llama entre montañas, cercana al mar y con múltiples recursos hídricos para asegurar el riego.

Ley de Colonias

El Marqués del Duero agrupó las fincas en una sola y le dio el nombre de Colonia de San Pedro Alcántara. Los estudiosos aseguran que lo hizo en homenaje a su madre, Petra de Alcántara, y al santo extremeño San Pedro de Alcántara, del que era muy devota su familia. Nació entonces la colonia agrícola de San Pedro.

Su fundador se acogió a una Real Orden de 1857 para convertir su latifundio en colonia, recalcó el experto. Así, se acogería a las ventajas de las leyes de colonización de 1866, especialmente caracterizadas por los descuentos en la contribución.

San Pedro comienza a poblarse. En 1860, su padrón contabilizaba a apenas 36 habitantes. Un año más tarde, una vez fundada la colonia, su número ascendió a 529, de acuerdo con los estudios efectuados con Casado.

Los recién llegados eran matrimonios jóvenes, en edad de trabajar. Procedían de distintos puntos de la comunidad autónoma, pero en particular de Marbella, Mijas, Istán, Adra y Murcia, además de alguna que otra zona del Levante español.

«Es la característica de este núcleo de población que le diferencia de los demás», destacó a este diario la historiadora Lucía Prieto. «Los habitantes de San Pedro contaban con una mayor especialización de la labor agraria que los campesinos de las zonas colindantes», añadió.

Uno de los grandes proyectos del marqués del Duero fue la granja-modelo, ubicada en el edificio conocido como el Trapiche de Guadaiza. Fue una medida pionera en todo el país. Su emprendedor se preocupa por formar al personal que trabaja en su finca con técnicas innovadoras y material importado.

Los problemas de liquidez llegaron a su bolsillo y se vio obligado a vender la finca. Primero pasó a su hija y después a sus prestamistas. Vivió entonces su época dorada. La finca pasó de manos y del cultivo del azúcar al de la remolacha. El inicio del desmantelamiento del complejo agroindustrial se inició en los primeros diez años del siglo XX. El dulzor inmediato llegó, compartido con Marbella, a partir de 1960.