Hace ya unos meses que están en San Pedro de Alcántara pese a que para los miles de telespectadores que los siguieron desde septiembre en el célebre programa televisivo Pekín Express piensen que aún andan en Bali lamentándose de haberse equivocado de bandera en la prueba final para proclamarse vencedores de la tercera edición. Marta y Manuel Osorio ya pueden respirar tranquilos y decir que ellos no ganaron.

«La organización nos hizo firmar a todos un contrato de confidencialidad por el que no podíamos decir el resultado del concurso. Los vecinos nos veían por la calle y, hasta anoche, todos estaban convencidos de que habíamos ganado», explica Manuel, o Manolo, como se hacía llamar en el concurso televisivo.

Antes de la final emitida ayer, padre e hija habían recorrido 10.000 kilómetros repartidos en trece etapas de tres días de duración cada una a lo largo de cinco países asiáticos: Vietnam, desde la que partieron, Camboya, Laos, Tailandia e Indonesia. «Aunque siempre nos ha encantado viajar, nunca habíamos salido de Europa. Así que imagina el choque cultural...», apunta Manolo.

Desde el primer momento, y pese a que ambos siguieron desde el sofá de su casa las ediciones anteriores de Pekín Express, se vieron sorprendidos por lo trepidante de la organización. «Nos montaron en un tren, aparentemente, como si fuéramos turistas, y allí nos dijeron que comenzaba la carrera. Los dos nos quedamos sin saber por dónde empezar», recuerda Marta, quien asegura que esa capacidad de «sorprender constantemente es lo que hace tan divertido Pekín Express».

Sin embargo, no todo era, precisamente, divertido. Su padre no lo llevó nada bien al principio de la prueba. «Me desmayé y ahí fui consciente de que estaba físicamente hecho un desastre», dice ahora entre risas.

Poco a poco, progenitor y primogénita (Marta tiene dos hermanos más) fueron superando esas dificultades iniciales y hasta llegaron a ganar una etapa. Ambos coinciden en que ése, el momento en que gracias a aquella victoria pudieron visitar la ciudad perdida de Angkor, fue uno de los mejores de este particular viaje.

Ganadores morales

«Me quedo con detalles. Con la mentalidad tan diferente de los asiáticos, los paisajes... lo que fuimos a buscar, lo encontramos», afirma Manuel bajo la atenta mirada de su hija. «Bueno, yo hubiese comido más insectos», bromea Marta.

Es por ello que tanto Manolo como su hija se consideran, pese a quedarse a las puertas de ser los campeones del concurso, «los ganadores morales» de Pekín Express 3. «Yo he participado en busca de la experiencia y para darle a esta chica –señalando a Marta– una lección. Y, en este sentido, me he visto más que recompensado por que hemos disfrutado muchísimo», afirma tajantemente.

«Es cierto», interrumpe su hija. «Al principio, sólo pensábamos en la carrera. En llegar cuanto antes a los sitios y ganar. Pero pronto comprendimos que era una experiencia inigualable y tratamos de aprovecharla al máximo», apostilló. En ese momento, María José, mujer y madre de los protagonistas salta de su asiento y dice de forma espontánea: «La organización se coló un poco con ellos», refiriéndose a las polémicas ventajas que concedieron a la pareja malagueña frente a las ganadoras Sandra y Belinda la prueba final de las banderas que decantaron la balanza para éstas últimas.

Manolo y Marta ríen. Pues saben que ese fatídico momento en el que la segunda equivocó las banderas no puede empañar su envidiable participación.