La crisis está generando historias de todo tipo, pero en su gran mayoría, trágicas; y esta es una más de ellas. Pero, aquí sus protagonistas no han elegido su destino, se les ha impuesto un futuro doloroso, por parte de dueños que parecen no tener sensibilidad. Para aliviar el dolor está la Asociación CYD Santa María, que se dedica a defender los derechos de los animales, principalmente équidos, y que además cuenta con un albergue donde darles cobijo.

La asociación, que puso en marcha Concordia Márquez hace diez años, dedica su labor a informar y educar sobre los caballos y sus cuidados, y además, tal y como explicó Virginia Márquez, voluntaria, no realiza ningún tipo de actividad comercial con los animales, mucho menos con los que han sido maltratados y o abandonados. En el albergue, situado entre las localidades de Alhaurín de la Torre y Coín, cuidan de aquellos caballos que fueron abandonados, maltratados, accidentados o que se encuentran en fase terminal, y si es posible darlos en adopción; opción que ha disminuido da manera drástica con la crisis económica.

De hecho, según cuenta Virginia Márquez, «vivimos una situación trágica, dramática, difícil de definir, ya que hace unos años, se abandonaban caballos muy viejos o muy enfermos; pero ahora, el abandono es masivo, y cruel, ya que los caballos son cada vez más jóvenes». «Muchos dueños los dejan en el campo para que se busquen la vida y sobrevivan por sí solos, pero no están preparados, y en la mayoría de los casos, vagan y llegan a carreteras donde provocan muchos accidentes», relata la voluntaria, y hermana de la fundadora.

Así, con en torno a un centenar de animales, de los que unos 40 son caballos, «estamos semiarruinados», asegura Virginia, quien cuenta esta situación llega principalmente a raíz de dar cobijo, por orden del Juzgado número 5 de Málaga, a más de 20 equinos que fueron abandonados por su dueño, «nosotros éramos el responsable del bienestar de los caballos, pero el responsable económico era el Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre, y sólo pagaron una factura».

El mantenimiento de un sólo caballo cuesta alrededor de 150 euros al mes, en comida y cuidados básicos, y aparte, las necesidades específicas de los animales como son los herrajes, revisiones bucales o del veterinario por heridas graves. Además, para acoger a un equino se necesita el Código de Explotación Ganadera. Por todo ello, «que nadie compre o recoja animales sin saber sus necesidades», pide Virginia Márquez, quien explica que «en la buena etapa económica se adquirían caballos por capricho, y ahora, se les abandona».

Historias muy tristes cuenta Virginia Márquez sobre los caballos que allí se albergan. Como la de Sirius, que ahora tendrá una familia que cuidará de él en Francia, pero que hasta hace ocho meses vivía emparedado en 15 metros cuadrados, y totalmente abandonado. De hecho, se alimentaba de comida de cerdos, del matadero donde vivía.

No menos triste es la historia de Salomón, al que encontraron aún siendo potrillo, abandonado en un vertedero, rodeado de esqueletos y basura, y bebiendo aguas fecales, de ahí, la delgadez extrema de este equino, de la que aún no se ha recuperado. A su lado, convive ahora Lluvia, a la que alguien ató a un poste de la luz, junto a otros dos caballos más, en una zona que se estaba inundando para que se ahogaran. Pero para salvar sus vidas «es importante la concienciación y denunciar cualquier maltrato», apostilla Virginia.