Sin convocatorias a los medios de comunicación, sin correos electrónicos, sin sms, sin twitters€ el milagro volvió ayer a reproducirse espontáneamente.

Como cada año, al despuntar el alba, los hermanos de La Purificación de Jeva volvieron a contemplar estupefactos cómo riadas de personas comenzaron a llegar atraídos por los sonidos de cuernas, panderetas, guitarras y violines de las pandas de verdiales a acompañar al lienzo de la patrona de esa barriada rural de Antequera de apenas unas decenas de habitantes, situada en la frontera entre Villanueva de la Concepción y Antequera.

El milagro volvió a reproducirse a pesar de que la lluvia «echó para atrás a mucha gente», como explicó el portavoz de la hermandad, Alonso Martín. Precisamente, este vecino y también alcalde de la panda Aires del Torcal, es el culpable de que el choque de pandas de verdiales de Jeva se reproduzca cada invierno desde hace 24 años y después de 30 años sin llevarse a cabo como consecuencia de la emigración de la población.

De hecho, según múltiples fuentes, el origen de esta fiesta bien puede estar en 1820, año en que se reinauguró el templo de la Virgen de la Purificación tras la restauración de una antigua ermita construida como símbolo del cristianismo tras la Reconquista, usando sillares del castillo árabe de Xévar.

Así, sobre las doce, las pandas Raíces de Almogía, la de Almogía, la del Valle, la de Villanueva y las locales amigos de Jeva y Aires del Torcal acompañaron a la particular procesión, que recorrió el camino que hay entre la ermita y la era.

Al son de las pastorales de Puerto de la Torre y Santa María del Cerro salió un año más el cuadro con la imagen de la virgen que preside todo el año el altar mayor y que se encuentra rodeado de mandas o recuerdos físicos de gente que dejan sus ofrendas como pago por un milagro que le concedió o le concederá la Señora.

El retraso en la salida como consecuencia de la lluvia caída a primera hora de la mañana fue amortiguado con la degustación de cientos de litros de anís y café que gratuitamente aporta cada año la organización para agasajar a los asistentes, que este año poblaron de una atípica estampa de paraguas el entorno del recorrido procesional.

Al finalizar la procesión, sobre las dos de la tarde, se celebró el concurso de coplillas cuyos tres primeros premios recayeron este año en Antonio Domínguez, de Santa María del Cerro; Agustín Jiménez, a título póstumo; y Juan Aranda Luque, el panadero de La Higuera.

Sus coplas enaltecieron esta fiesta, que sigue viva a pesar de los tiempos. Un año más, el milagro del encuentro verdialero, probablemente más antiguo de la provincia de Málaga, volvió a repetirse.