Miles de personas acompañaron durante la jornada de ayer a Nuestra Señora de los Remedios de Cártama en su subida a la ermita, tras más de un mes en la parroquia de San Pedro apóstol; después de su bajada el 22 de abril, y la posterior procesión, el 23. Un año más, la virgen se vio arropada por cartameños y foráneos que quisieron celebrar el 75 aniversario de su regreso a la localidad tras un largo viaje.

Y es que Nuestra Señora de los Remedios, patrona de Cártama, es una virgen aventurera. Estuvo un año y medio recorriendo Iberoamérica y llegado hasta Nueva York; y ayer, domingo, celebró el aniversario de la primera subida a su ermita tras su viaje; como siempre el primer domingo de junio.

El culpable de esta aventura fue Pepe González Marín, actor y rapsoda, que raptó la imagen de la Virgen de los Remedios ante el miedo de que fuera quemada durante la Guerra Civil, como ya había sucedido con otras imágenes y templos durante la etapa de la República. La imagen fue entregada a Cártama por los Reyes Católicos en 1485, y no fue hasta 1579 cuando acuñó el nombre de Remedios, al decirse que ayudó a frenar la peste en la localidad; tal y como explicó el escritor cartameño Francisco Baquero.

Por su valor histórico pero, sobre todo, por el fervor que González Marín le tenía a su patrona, este afamado juglar, decidió, el 23 de abril de 1936, llevársela en una caja de zapatos, primero a su casa; y horas después, comenzar el periplo para sacarla de España y llevarla consigo al continente americano. De hecho, el escultor malagueño Francisco Palma preparó una copia, que finalmente fue quemada. González Marín acompañado de su inseparable Antonio López Antoñico, llegaron a casa de su amigo José María Pemán, a quien le confesaron que llevaban a la patrona de su pueblo en una caja de zapatos y que se dirigían a América. Éste amigo protector les ayudó a salir de España.

Ya en alta mar, el capital del barco Cabo Santo Tomé, en el que viajaban, recibió orden de detenerlo, pero éste atracó en una localidad de Brasil, fingiendo una avería, para permitir al poeta escapar. En tierra firme, hizo su primera parada en Uruguay donde regalaron a la Virgen de los Remedios su primera bandera, como símbolo de hermandad entre los dos pueblos, según explicó Baquero, quien señaló que tras ella llegaron numerosas banderas y condecoraciones; pero también «actos terroristas» de los que González Marín salió «milagrosamente» ileso. Pasó por Argentina, Chile, Perú, Venezuela, Puerto Rico, Colombia, Ecuador, Bolivia, Panamá, Costa Rica, El Salvador, Honduras Nicaragua, Guatemala, y Cuba, donde sufre un atentado. Allí, además, el 23 de abril de 1937 se celebra, al igual que se hacía en su tierra, Cártama, la procesión de la Virgen de los Remedios a la que acuden personalidades como Imperio Argentina.

Su última parada la realizó en Nueva York en diciembre de 1937 donde González Marín sufrió un atentado, a pesar de haberse refugiado en la Casa de España. Desde allí, se montaron en un barco de nacionalidad inglesa con destino a Gibraltar, ya que el poeta desconocía cuál era la situación del país. El 27 de diciembre de 1937 llegó a Gibraltar con la Virgen de los Remedios en un baúl. Supo que Cártama formaba parte del bando nacional, por lo que sus miedos casi estaban disipados.

De nuevo, el gran amigo de González Marín Francisco Palma se ofreció para restaurar la cara de la Virgen que tras el periplo americano y el largo viaje se encontraba descascarillada. Con la Virgen de los Remedios en perfectas condiciones, tal y como cuenta el experto Francisco Baquero, González Marín se dirigió a Cártama, y al pasar por la actual Avenida de la Aurora, de la capital, se encontró con un cuartel donde había presos que iban a ser trasladados a un campo de concentración. El juglar, con la imagen y Antoñico, consiguió liberar a unos 30 presos.

Y tras más de año y medio fuera de su tierra, el 8 de febrero de 1938 Nuestra Señora de los Remedios vuelve a su tierra, Cártama. Los vecinos, aún enlutados por la Guerra Civil, dieron una apoteósica bienvenida a su patrona. El primer domingo de junio de 1938 la Virgen de los Remedios realizó su primera subida a su ermita con un pueblo unido a pesar de las diferencias ideológicas.