El famoso dicho de que el tiempo lo cura todo no se cumple cuando un trágico suceso como el robo de un hijo se cruza en el destino de una persona. Práctica tristemente llevada a cabo en la época franquista que ha marcado la vida de cientos de familias en toda España. Un varapalo que también afectó a Ana Domínguez y Miguel González, familia de Antequera, que recuerdan como si fuera ayer el 21 de agosto de 1969. Como si de una tortura se tratará no pueden quitarse de la cabeza el día en el que nació su hija Esperanza, en el Hospital Santa Bárbara de Ronda.

Ana y Miguel, de 69 y 75 años respectivamente, llevan casi medio siglo con la convicción de que su hija sigue viva. Esperanza nació de parto natural un caluroso día a las ocho y media de la mañana. «La niña era preciosa, tenía muy buen color era blanquita y lo que más resaltaba en su bonita cara era su pelo de un intenso color negro», recuerda Ana a pesar de que sólo pudo verla un segundo.

La enfermera que atendió a Ana en el parto le borró toda la ilusión cuando le anunció «la mala suerte» que había tenido al asegurarle que la pequeña tenía «flemas y no la escuchamos ni llorar».

Ana lamenta que no le dejaran ver a su hija: «hicieron el paripé como que me la enseñaba, pero se la llevó y ya no la vi nunca más». Transcurridos unos minutos el miedo se acrecentó. Le comunicaron que iban a bautizar a su hija con el nombre de Esperanza, «con la esperanza de que no muriera».

Ana incide que antaño los niños tenían que ser bautizados antes de ser enterrados, pero asegura que su hija estaba sana recordando como otra mujer le comentó que su buen aspecto reflejaba a un bebé en cuarentena.

A pesar de ello, Ana y Miguel no volvieron a saber nada de su hija. La buscaron día y noche por toda la ciudad de Ronda, pero nadie les dio información Las noticias llegaron al día siguiente del nacimiento, cuando el médico, que atendió el parto, se acercó a Miguel y le hizo entrega de la hoja de defunción y un cajón «con puntillas clavadas, donde supuestamente se encontraban los restos de mi niña».

En ese momento Miguel cayó al suelo y tuvo que ser atendido en el propio hospital tras quedar en shock. Tras ese incidente los responsables del centro hospitalario se encargaron de enterrar el cajón en una fosa común en el cementerio de Ronda, donde reza: «hija de Ana».

Pasados 45 años del trágico suceso, Ana y Miguel siguen buscando a Esperanza. Aunque aseguran que el tiempo les apremia, por sus edades, no cesarán en la búsqueda «hasta encontrarla, solo queremos conocerla».

El matrimonio antequerano ha puesto denuncias en los Juzgados de Ronda, Antequera y Málaga. Hace unos días conocieron el archivo de la causa por el Juzgado de Ronda, mediante el que les informaba de «no estar debidamente justificada la perpetración del delito». En dicho juzgado no reza información alguna sobre la existencia de Esperanza.

El matrimonio no dudó en unirse a la Asociación de Bebés Robados de Andalucía (Aberoa), que aglutina unos 200 casos en la provincia de Málaga.

La familia de Esperanza intuye que pueda esta por Algeciras porque «allí se robaron muchos niños en la época de Franco».

Ana y Miguel inciden que siempre tuvieron el presentimiento de que Esperanza estaba viva. De hecho, Miguel anuncia su llegada cada vez que se mueve la cortina de la puerta de la calle, con la esperanza de que un día puedan conocer a su niña, que «ya se habrá convertido en toda una mujer».