­Primer día de trabajo para Juan Martín Serón. Como si las agujas del tiempo no se hubieran movido en Alhaurín el Grande desde la última vez, el 8 de noviembre de 2013, que el alcalde condenado por cohecho en el caso Troya, Juan Martín Serón, pisara por última vez su despacho. Justo antes de enfilar su año de inhabilitación para cargo público que fue ratificado por el Tribunal Supremo.

Así se sorprendió Serón en su vuelta a la alcaldía, al ver que su oficina permanecía tal como la había dejado él mismo, hace justo un año. «¿Puede haber un signo más claro de lealtad, que encontrarme mi despacho sin que nadie tan siquiera se haya sentado una sola vez en mi sillón?», se preguntó un Serón emocionado por descubrir que el almanaque que preside su mesa todavía marcaba ese fatídico 8 de noviembre de 2013, que iba a dar lugar a lo que Serón consideró ayer «uno de los mayores errores judiciales del país». «Lo fácil hubiera sido olvidarse de mí», agradeció la lealtad de su equipo de gobierno.

En Alhaurín el Grande lo importante no pareció el tiempo sino la meta: conseguir que Serón volviera finalmente a tomar las riendas y disipara las posibles dudas que le asaltaban, y se pudieron ver incrementadas, tras comprobar que el Partido Popular de Málaga lo había dejado caer. Veía inviable apoyar su vuelta al ruedo político en un clima de casos de corrupción política y orgánica. Y así estaba todo canalizado en su vuelta. Así, la propia temporalidad del cargo de alcaldesa en funciones de Antonia Ledesma, que finalizó el pasado domingo a las 00.00 horas. «Como el cuento de la Cenicienta», que ella misma había anticipado el pasado viernes.

Así, y sin que hiciera falta investidura en el cargo alguna, la batuta de mando volvió a las manos de Juan Martín Serón, el otra vez alcalde de Alhaurín el Grande. A pesar de todo, compareció ayer ante los medios de comunicación expectantes en el salón de plenos del Ayuntamiento, para darle algo de celebridad a su vuelta, y anunciar oficialmente su intención de acabar su mandato que finaliza con las próximas elecciones municipales de mayo de 2015. Lo hizo acompañado del también condenado exconcejal de Urbanismo, Gregorio Guerra, y de todo su equipo de gobierno. «Vuelvo a casa», citó al escritor británico Gerald Brenan, antes de puntualizar que había regresado a un «lugar del que nunca me debieron apartar». Después de semanas intensas de incertidumbre y dudas hasta la última hora, en lo que se había convertido en la cocina caliente del PP a nivel provincial, Martín Serón anunció así su vuelta a la alcaldía. La determinación adoptada estaría fundamentada en el cariño y el apoyo recibido en los últimos días, secundado tanto por sus concejales, como por los propios ciudadanos de Alhaurín el Grande. «Regreso ante el apoyo recibido del pueblo», recordó Serón que se había convertido en alcalde con «más del 60% de los votos». Así, no dudó en tachar su vuelta como «una victoria de la democracia».

Serón, que empezó su discurso insistiendo en que no iba a permitir que «el caso Troya defina cuándo me tengo que ir», lamentó profundamente la decisión del Partido Popular, que decidió retirar su apoyo al regidor ante la ya mencionada oleada de casos de corrupción. Así, consideró «comprender la situación del partido por las circunstancias desencadenadas en España», pero culpó al PP de actuar más «de cara a la galería, que en lo que realmente cree».

Sobre la retirada de la confianza por parte del PP, Juan Martín Serón, que admitió haber hablado personalmente con Elías Bendodo y Juanma Moreno Bonilla durante su año de suspensión, comentó que «el PP no ha sabido gestionar este asunto» y que, tras obtener siempre el apoyo del partido, «en el último mes se veía que se le hacía muy cuesta arriba apoyarme».

El de nuevo alcalde insistió también en que «la corrupción se combate luchando contra injusticias», y que, en ese sentido, «Alhaurín el Grande es un ejemplo para toda España». Así, no dudó en finalizar su discurso afirmando que había sido utilizado como cabeza de turco para desviar la mirada de otros casos, aludiendo a los «ERE de la Junta» y a «los viajes de placer» del también popular José Antonio Monago.