La tranquilidad y el silencio que emana de los conventos de clausura y de unas manos artesanas envuelven de aroma celestial las calles de Antequera cada Navidad. Desde el año 1859 las Religiosas Clarisas del Convento de Belén elaboran dulces navideños.

Mantecados de canela o de aceite de oliva, polvorones, alfajores y roscos de vino comienzan a fabricarse cuando se va el calor del verano y hasta la llegada del invierno.

Sin embargo, hay otros dulces que los conventos elaboran durante todo el año en Antequera, y que son muy demandados en estas fiestas. Es el caso del dulce conocido como los antequeranos, que fabrican las hermanas del Convento de las Carmelitas Descalzas desde hace treinta años, aunque la hermana Yolanda habla de una receta que data del año 1500.

Asimismo, las hermanas descalzas fabrican Yemas Carmelitanas, trufas, roscos de San José, roscos de huevo, empanadillas de cabello de ángel, bienmesabe, tortas de almendra o pasta flora. A ellas se suman las deliciosas magdalenas caseras de las hermanas clarisas o los roscos de aceite o angelorum. Todos estos dulces recorren la geografía española hasta llegar a varios puntos de Andalucía, Barcelona, País Vasco o Madrid.

«Aquí todo es natural y elaborado a mano» asegura una de las hermanas clarisas, que lamenta la caída de las ventas en los últimos años. Y es que sus bolsillos se han visto también resentidos, por lo que tienen que tirar de la caridad, aunque los frutos de sus dulces obtienen más rendimiento en la época navideña.

Así, en el convento de las Descalzas cuatro hermanas elaboran dulces durante todo el año, centrándose en los mantecados desde el mes de octubre: «una elabora la masa, otra lo mete en la laminadora, después se hace la forma y se pasa al horno; luego se deja enfriar hasta el día siguiente en que se añade el azúcar».

Crisis de fe

La crisis no solo ha afectado a la economía de los conventos sino también a la fe. Y es que los conventos antequeranos están casi vacíos. Entre el Convento de Belén y el de las Descalzas suman 25 monjas, procedentes de Toledo, Andalucía o Kenia. Tan sólo las hermanas clarisas cuentan con una antequerana, que a sus 93 años cuida de las más jóvenes.

«Ahora mismo hay una crisis vocacional a nivel religioso en toda Europa. La crisis está afectando a todos los niveles pero tenemos la esperanza de que el nuevo Papa provoque una renovación fuerte en la Iglesia», afirma la hermana Yolanda, de las descalzas.

Para las religiosas estas fiestas son especiales y las celebran con bailes y canto de villancicos. Este año, el convento de las descalzas se ha llenado de belenes con motivo del quinto centenario de Santa Teresa y sus menús navideños cuentan con «sopa, carne y pescado, pero sin derroches».

Unas navidades que las monjas de los conventos antequeranos viven con alegría y con la esperanza de que el próximo año más hermanas decidan unirse al Señor y elaborar esos deliciosos dulces que te hacen tocar el cielo.