­Son muchos los aficionados al ciclismo en Antequera pero la práctica ha comenzado a resultar peligrosa tras los casos de sabotaje que denuncian los ciclistas en senderos y caminos rurales. Se desconocen las razones y nada se sabe de la mano que está detrás de estos actos, pero durante el pasado mes de enero los encontronazos con cables a la altura del cuello y los hoyos de casi un metro de ancho en el suelo se han convertido en el temor de los ciclistas cada vez que salen al campo.

Así lo denuncia a La Opinión de Málaga el secretario del Club de Ciclistas Antequera Aquaslava, Juan Jesús Rodríguez. Varios son los deportistas en España que han sufrido las consecuencias de estas trampas. Por suerte, los aficionados del club antequerano, un grupo formado por más de cincuenta ciclistas, se han percatado de la presencia de los cepos sin tener que lamentar daños.

Hace unas dos semanas, cuando comenzaron los entrenamientos para participar en competiciones como el Open de Andalucía, hallaron «una valla de hierro con alambres verticales atravesados a la altura del cuello» en la ruta de las Arquillas, uno de los senderos más frecuentados por el club. «No sabemos quién ha podido ser y no queremos pensar qué podría haber ocurrido», explica Rodríguez, quien insiste que, desde entonces, están en constante alerta.

La ruta de las Arquillas es un sendero que confluye entre Antequera y el Convento La Magdalena, de unos 4 kilómetros de distancia, abierto al público desde hace años, donde también se han encontrado con piedras movidas «para que tropecemos».

En este camino, según informa Rodríguez, suelen tener encontronazos con personas que pasean con sus perros: «les molesta que vayamos por las Arquillas, porque ellos llevan sueltos a sus animales y como el sendero tiene muchas curvas nos tropezamos con los perros, que corren detrás nuestras o nos ladran. Siempre nos dicen que vamos como locos, pero hay espacio para todos. El camino tiene dos metros de ancho».

El Club de Ciclistas de Antequera se ha topado también con trampas en el sendero de Torre del Hacho. En esta senda hallaron otro cable a la altura del cuello «sobre un metro y medio de altura».

Del mismo modo, la pasada semana el tropiezo lo tuvieron con un hoyo de un metro de diámetro, con el que aseguran «pretendían que cayéramos de cabeza, menos mal que siempre vamos con las orejas tiesas y no ocurrió nada, porque estamos seguros de que lo hicieron a conciencia».

No tienen ni idea de quien ha podido ponerles la zancadilla en los senderos en los que suelen realizar sus entrenamientos, pero apuntan que son muchos sus detractores. «No podemos culpar a nadie porque no los hemos visto, pero a muchas personas no les gustamos, cuando sólo hacemos deportes y no molestamos a nadie».

Rodríguez lamenta los encontronazos con un club de tiro con arco que practica cerca de Torre del Hacho. «Instalaron un campo de tiro y nosotros pasamos por allí porque nadie nos dice que sea una zona vetada», insiste. El club de tiro les incita a no pasar por allí por temor a hacerles daño, del mismo modo que los cazadores cuando pasan cerca de un coto. Sin culpar a nadie, el club espera no encontrar más trampas.