­La Audiencia Provincial de Málaga ha condenado a nueve años de prisión a un vecino de Pizarra por un delito de homicidio en grado de tentativa (cinco años), otro de atentado a agentes de la autoridad (tres) y uno de tenencia ilícita de armas (un año), cometidos todos ellos al encañonar a otro habitante de la localidad con el que discutió porque su perro mordió el móvil del segundo, así como también encañonó a un guardia civil que protegía a la víctima.

Según consta en el apartado de hechos probados de la sentencia, a las cinco de la tarde del 7 de marzo de 2013, los encausados Manuel W.C.A. y Álvaro S.I. se encontraban en el Pasillo del Aljibe de Pizarra, cuando el perro del primero mordió el móvil del segundo, y éste le dio un empujón al can. Así, Manuel y Álvaro discutieron, y luego el primero abandonó el lugar y amenazó al segundo, diciéndole que uno de los dos iba a ir a la cárcel y que la guerra acababa de empezar, que iba a por la pistola y lo iba a matar.

Éste, que carece de permiso de armas, fue a su domicilio y se hizo con una pistola Smith & Weason, la cargó con ocho cartuchos y cogió un segundo cargador de siete y se dirigió al mismo sitio, donde esperaba encontrar a su oponente. Allí, una vez que comprobó que su antagonista no estaba, «procedió a disparar contra uno de los muros hasta en ocho ocasiones», y esperó a Álvaro, que llegó al lugar con dos guardias civiles.

Al percatarse Manuel de la presencia del otro, cargó el arma con siete cartuchos y, cuando vio que Álvaro se adentraba en el lugar, «con intención de acabar con su vida procedió a apuntarlo a la vez que lo seguía con el arma, si bien no llegó a consumar su propósito al esconderse aquel detrás del agente». Éste iba de paisano, y pese a los requerimientos del funcionario, que se identificó como guardia civil, para que dejara de encañonarlo, el acusado siguió apuntándolo. El agente debió disparar al aire incluso.

Mientras, el otro agente adoptó una posición de seguridad y apuntó al procesado, el cual, «al ver a este y que no tenía nada que hacer, soltó la pistola, momento en el que fue detenido».

El tribunal asegura que el arrestado tenía el arma con un cartucho en la recámara y seis en el cargador. El afectado sufrió un cuadro de ansiedad reactiva por estrés postraumático que le ha quedado como secuela de lo sucedido, asegura la Sala.