­Hasta dos veces llegó a denunciar el hermano de Rosario los malos tratos que sufrió por parte de su expareja antes de que ésta le quitara la vida la noche del pasado martes y luego se suicidara después de una discusión originada por los celos de él y que dio lugar a viejas rencillas. El propio Antonio Escobar dijo ayer a Efe que en ninguna de las dos ocasiones ella quiso ratificar la denuncia sobre Juan El rubio porque le daba «lástima» y no quería que él acabara detenido. En al menos una ocasión, en 2012, la Guardia Civil instruyó diligencias por unos supuestos malos tratos calificados como leves, pero la negativa de la mujer evitó que el caso se judicializara y se tomaran medidas que evitaran la tragedia. La consejera de Igualdad, María José Sánchez Rubio, también confirmó una «toma de contacto» con el Servicio de Información de la Mujer sin una denuncia posterior, aunque la Junta aún está a la espera de recibir más información sobre este caso.

Según ha podido saber La Opinión de Málaga, el agresor llevaba tres semanas en casa de su única hija en Fuente de Piedra, donde cuidaba de sus nietos mientras ella acudía al trabajo. Sin embargo, al volver a Mollina la casualidad le llevó a encontrarse con Rosario. Viuda y con tres hijos de un matrimonio anterior, acababa de volver de Loja, donde residía actualmente, para visitar a su familia. Natividad, vecina de El rubio, asegura que se encontraron en la zona conocida como la Encrucijada y éste la animó a subir al coche para ir a su vivienda y conversar. Ambos eran viudos y llevaban meses sin verse.

Sobre las 21.30 horas del martes Juan García, vecino del pueblo, se encontraba en la puerta de su casa «tomando el fresco» cuando escuchó unos fuertes golpes que lo alertaron debido a las múltiples peleas que la pareja protagonizó en el pasado. García asegura que iba a llamar a la policía cuando vio a la única hija de El rubio, de unos 25 años, saliendo de la casa desorientada y con los ojos tapados, ya que su padre le acababa de echar pimienta en los ojos. «Me reconoció la voz, pero no me veía. Laura estaba muy nerviosa porque pensaba que su padre la quería matar» apuntó Juan García, antes de añadir: «ella decía: mi padre está loco se van a matar».

Refugiada en casa de una vecina, llamaron a la Guardia Civil poco antes de las 22.00 horas. Apenas unos minutos después, los agentes se encontraron con los dos cadáveres. Ella, de 60 años, y él, de 58, presentaban heridas mortales de arma blanca y los servicios sanitarios confirmaban las dos muertes apenas media hora después. La comitiva judicial se presentó en la casa sobre la una de la madrugada, cuando el equipo de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Antequera ya investigaba los hechos e indagaba sobre la relación de la pareja.

Todos los vecinos consultados coinciden en que dentro de la vivienda se escucharon tres fuertes golpes para que más tarde reinará el silencio. «En un cuarto de hora la mató con un cuchillo. Le apuñaló el pecho y después se suicidó con el mismo cuchillo», señaló Juan García. Los testimonios también apuntan a que el agresor era un hombre «oscuro y tímido» que no mantenía relación con nadie, ni siquiera con sus cuatro hermanos que residían en el municipio: «Nadie se esperaba esto». Natividad, otra vecina, resaltó que Rosario era maltratada constantemente, pero no denunciaba por miedo: «Los hijos de ella no querían que viniera a verlo porque le pegaba, por eso la mandaron a Loja y fíjate tú, la encontró». «Todo el mundo sabe que vivía coaccionada por él. Tenían un tira y afloja», insistió otro.

Finalmente, los forenses del Instituto de Medicina Legal de Málaga practicaron ayer la autopsia a los cuerpos, que según varias fuentes presentaban numerosas heridas incisocontusas, algunas de ellas en el cuello. Pese a las evidencias que los investigadores reunieron desde el primer momento para catalogarlo de violencia de género, la confirmación llegó por la tarde de la mano del ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Alfonso Alonso.