El olor a tomillo fue el protagonista de la noche del viernes, impregnaba el ambiente. Los recuerdos, del que por primera vez se había atrevido a ir hasta el pequeño municipio de Teba (Málaga), quedarían para siempre atados a ese embriagador aroma.

Durante todo el fin de semana Teba se preparó para acoger a los más de 7.000 visitantes que se esperaba que pasasen por el pueblo, cuya población no llega a los 4.000. A penas 72 horas en las que la reconquista del Castillo de la Estrella, de manos de los cristianos, fue la protagonista. Reconquista que fue perfectamente recreada por los vecinos, que ataviados de moros y cristianos, escenificaron cómo fueron esos tiempos de guerra. La acción comenzó con la partida de Alfonso XI, representado por el alcalde de la localidad Cristóbal Corral, a la guerra para luchar por Teba, antiguamente Ítaba.

Sin embargo, el objetivo de la festividad no era otro que rendir homenaje a Sir James Douglas. Un escocés cuya misión era llevar al Castillo de la Estrella el corazón de su rey Roberto I para que descansase en Tierra Santa, como él pidió. Con tal mala suerte que acabaría cruzándose con la guerra entre moros y cristianos, y con su muerte a los pies del castillo tras haber formado parte de las filas del rey. Ésa es la historia de Sir Douglas, y así la contó Jesús J. de tan solo 13 años, que además de ser vecino del pueblo participó en la representación como jinete musulmán.

Representación que transcurrió por varias zonas del municipio empezando en la Calle Poeta Miguel Hernández para acabar en el interior del Castillo con la rendición de los musulmanes y la respectiva entrega de llaves al rey.

Mientras la reconquista se repetía siete siglos después, otros vecinos se quedaban en las calles del pueblo sentados y esparcidos por todos los rincones. Raro era no ver a alguien sentado en la puerta de su casa «tomando fresco», corrillos de personas que optando por no subir hasta el castillo, pudieron ver el séquito que iba camino de subir la larga cuesta que hace del Castillo de la Estrella un punto casi inexpugnable. Francisco Manuel Castillero, padre e hijo, estaban justamente así. Uno de pie y otro sentado en su silla a la puerta de casa, viendo como todo sucedía a su alrededor. Uno de los dos atisbó a comentar que esta celebración es relativamente nueva, y es verdad, esta es la décima primera vez que Teba reconstruye este momento histórico del Siglo XIV.

La fiesta en honor de un escocés trae como consecuencia obvia que numerosos paisanos se acerquen a este pueblo. Uno de ellos es Leslie Thomson, que lleva viniendo a Teba seis años para disfrutar de la festividad. Según él comentó, serían unos 30 escoceses los que se acercasen al lugar durante el fin de semana para formar parte de una "fiesta única en España" como la definió Juan Carlo Guerrero. Una velada a la que Thomson añadió la palabra "increíble", ya que esta historia les ha permitido conocer un nexo de unión entre dos espacios tan diferentes como son Teba y Escocia.

Cuatro días de una fiesta única e increíble a la que el alcalde añade el término de «singular». Y no queda duda de que sí reúne esos tres adjetivos, visitantes y foráneos lo corroboran y el olor a tomillo hará que nunca la olviden.

La historia del escocés Sir James Douglas

Mucho antes de acabar muriendo en las escaleras del Castillo de la Estrella en Teba, Douglas ya había forjado una leyenda con su nombre. A inicios del Siglo XIV este caballero iniciaba su andadura hasta Andalucía con el objetivo de cumplir la última promesa que le había hecho a su rey, Roberto I: llevar a Tierra Santa su corazón, para que descansase ahí para siempre. Tal y como cuenta la historia, Douglas partió de su hogar con el corazón del rey colgando de su pecho en un caja plateada. Pero al llegar al pueblo se encontraría con que el rey Alfonso XI estaba peleando por recuperar esa Tierra Santa, empresa a la que él también se apuntaría. Una batalla y una rendición árabe después, Teba volvió a ser cristiana, pero la vida de Douglas se perdió ahí.