Con su corpachón de cristal, abandonado en la hierba, forma, también a su modo, una especie de caprichosa de morgue. A pocos metros de los dólmenes, tumbado en una misma horizontal de silencio, el museo destinado a su memoria configura también un emblema callado de la arquitectura y la piedra, aunque, en este caso, los materiales revelan una filiación más contemporánea. Después de un impulso fulgurante, alimentado, incluso, con fondos europeos, el proyecto, en 1994, se detuvo, destinado en apariencia a perpetuarse en uno de esos módulos fantasmales que dejaron inconclusos los viejos buenos tiempos.

Sin embargo, y casi con el mismo vigor de la candidatura de la Unesco, el espacio ha empezado a revivir. Y ya son pocos los que dudan de que se convertirá en una certidumbre. El museo recibirá en los próximos años por parte de la Junta una inversión de 9 millones de euros que servirá para completar su estructura. La inauguración se espera en una fecha no muy lejana del inicio de 2017. Con la catalogación, cuyo fallo se espera en junio del próximo ejercicio, y el nuevo centro, Bernardo Ruiz confía en multiplicar las visitas al paraje, que actualmente se sitúan en torno a las 100.000 anuales. Y, sobre todo, dar más proyección y consistencia intelectual al significado de una trama mortuoria extraordinariamente sugerente.

Mientras llegan los obreros y los apliques, los historiadores ya tienen perfilado el conjunto del museo, que se nutrirá de unas 250 piezas ligadas al territorio y cedidas por el Arqueológico de Málaga, que ultima la puesta a punto en el Palacio del Aduana. Entre el material confiado a Antequera figuran vestigios como la llamada Venus de El Torcal.

En el futuro contará asimismo con documentos de la ingente labor de Michael Hoskin, al que se le dedica un espacio. El investigador decidió legar al conjunto más de 5.400 imágenes tomadas durante sus incursiones en necrópolis y construcciones megalíticas de todo el mundo, algunas de ellas tristemente desaparecidas en guerras y cruzadas religiosas. Una enjundiosa dotación de partida a la que se le añade todo el esfuerzo didáctico para mostrar al visitante la riqueza y el enigma que esconde un entorno exclusivo, imán de hombres y de astros.