El número ocho de la calle Nájera de Antequera vio nacer hace 85 años a María del Socorro Mantilla de los Ríos Rojas, más conocida como Chica Mantilla. Muy pronto tuvo que dejar su ciudad natal para licenciarse en Ciencias Químicas por la Universidad de Sevilla. Aunque dedicó un breve espacio de su vida a ejercer como profesora, pronto su trayectoria profesional daría un giro inesperado.

En 1966 ingresó en el Instituto de Conservación de Obras de Arte en Madrid, donde comenzó a tener contacto con el campo de los materiales orgánicos. Ese fue el inicio de una labor a la que ha dedicado toda su vida: la conservación y restauración de tejidos antiguos. «No podía suponer que iba a dedicarme a esto. En aquella época era un campo inexplorado, pero vi que era mi camino», resalta la antequerana.

Desde entonces, su trabajo la obligó a ir descubriendo cosas nuevas dentro del mundo de la conservación textil, viajando por medio mundo para formarse y para seguir llevando a cabo distintos proyectos. Chica Mantilla ha desarrollado su labor en países como Bélgica, Suiza, Portugal, Francia, Chile, Méjico, Perú, Cuba o Brasil. Aunque ha sido Madrid el lugar en el que principalmente ha llevado a cabo su actividad.

En todos los trabajos realizados por la restauradora hay un proceso lento para llegar a obtener el resultado deseado. «Se realiza una documentación fotográfica para conocer las alteraciones, se hace un estudio con detenimiento y se determina qué tratamiento se va a llevar a cabo. Hay que tener en cuenta también la humedad y la limpieza del local donde se va a almacenar el tejido. Es necesario que tengamos la mayor prudencia posible», explica Mantilla.

Además, aclara que el trabajo sobre un tejido puede ser preventivo, en el cual se realiza una labor previa, antes de que la pieza esté más deteriorada; o formal, en el que la prenda ya debe ser descosida para tratar las distintas partes por separado y conseguir recuperarla de manera adecuada.

Chica Mantilla recuerda perfectamente uno de sus trabajos más complicados. Concretamente el referido a la conservación y restauración de las vestiduras pontificales del arzobispo español Rodrigo Ximénez de Rada, las cuales datan del siglo XIII. Fue una tarea minuciosa ya que, como así lo indica la antequerana, tuvieron que analizar 18 o 19 piezas de manera individual, para conocer cómo debían tratar cada una.

La conservadora se jubiló con 65 años, aunque no se ha desligado de su labor en ningún momento. Ha participado en congresos, en distintas ponencias y ha asesorado a las cofradías y entidades que así se lo han pedido. Ahora, fruto de su larga y reconocida trayectoria, el Ayuntamiento de Antequera ha decidido galardonarla con el Premio Efebo 2016 a la Cultura y Patrimonio. Estos reconocimientos vienen a distinguir a ciudadanos destacados.

«Me comunicó el propio alcalde mi elección. Ha sido una sorpresa, una alegría y un honor, ya que es mi pueblo, aquí he nacido y de aquí es toda mi familia», expresa Mantilla. Un premio para una mujer dedicada en cuerpo y alma toda una vida a la conservación perfecta de los tejidos.

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